Antonio Rivera-El Correo
No voy a decir que lo tenían todo previsto porque sería demasiado tonto por mi parte, pero llevan decenios jugando a lo mismo y lo hacen muy bien. Incluir exterroristas asesinos con condena cumplida en las planchas electorales municipales a la vez que se hace un esfuerzo por presentarse como inmaculados y ajenos por completo al recuerdo de la violencia puede ser la cuadradura del círculo, pero en su mano es pura lógica, pura estrategia y pura magia, más allá de que finalmente no puedan controlar los efectos de todo ello, faltaría más. La cultura política de ETA se caracterizó siempre por su mala estrategia y por su buena táctica. Es el caso.
Primero, tienen que hacerlo. Se obvia el peso determinante de los actuales 169 presos de ETA en ese ámbito de EH Bildu. Esto no es Irlanda del Norte, no hubo negociación, ni tampoco amnistía encubierta. Por eso hay presos. Y lo que da una coherencia de cincuenta años al multiforme mundo de la izquierda abertzale es la violencia y la emoción antirrepresiva, solidaria con el encausado, aunque no se comulgue con sus prácticas. Así fue desde el principio. De manera que es normal un guiño a esa realidad; lo contrario sería desproveerse de su sector más aguerrido y de su sentimentalismo más eficaz. No hay motivo para ello.
Ni siquiera el de mostrarse a distancia de la sangre que derramaste y aparentar un nuevo socialdemócrata con soluciones para la vivienda de los jóvenes, la carestía de la vida o la salud de los mayores. Las generaciones que les van a seguir votando son ajenas a ese recuerdo; las que lo vivieron y lo hacen eran ya partidarias de ellos cuando mataban o respaldaban los crímenes. Es un factor nimio, que sí que puede variar el destino de alguna alcaldía de importancia por aquello de que has puesto ahora imposible el apoyo, pero poco más; en esa tendencia al alza que reposa en el deseado olvido de la mayoría no van a flaquear.
Y, además, hemos hablado de ellos durante el inicio de la campaña en toda España, no solo aquí. ¡Qué más se puede pedir! Además de en la táctica, la cultura ETA ha sido experta en generar contradicciones en los contrarios. Aquí lo vemos. Seguirán dándole a la carraca los próximos días, atribuyéndose la victoria de la parcial rectificación. Es un éxito, evidente, más de Covite que de ningún partido, de oposición o del gobierno. Y es cosa buena, de felicitarse, eso de que asuman que es una indecencia incluir pistoleros y criminales en las listas, pero el objeto principal y el balance definitivo obra en su favor, y lo comprobaremos el 28-M.
Mientras tengan un solo preso, estos malabarismos de toda la vida los seguirán haciendo, porque son expertos en poner una vela a dios y otra al diablo, y porque la naturalización (blanqueamiento) de su presencia entre muchos vascos, la mayoría, hace tiempo que ha superado ese límite moral y ético. Por eso hablamos tanto de ellos, porque el nuevo pacto de olvido lo respalda buena parte de la sociedad vasca. Por eso son candidatos a ganar un día, evidentemente.