TONIA ETXARRI-EL CORREO

  • Si el Partido Popular persiste en el enfrentamiento entre sus dirigentes no ganará en las urnas

En el PP no caben personalismos. Lo dijo ayer Pablo Casado sin querer admitir, a estas alturas, que si su partido arrasó en las elecciones autonómicas de Madrid fue porque Isabel Díaz Ayuso logró traspasar las siglas y se convirtió en un verdadero imán electoral. Pero así está el ambiente en el PP. Cada vez que los dirigentes populares se lanzan mensajes, si está la presidenta de Madrid en medio, se puede cortar el aire con un cuchillo ¿O son puñales? Hoy Casado estará en Bilbao y tendrá que convencer a quienes le observan con desconfianza y contrariedad.

Tal como ha discurrido el congreso del PP en Andalucía este fin de semana se puede apuntar el rumbo a la deriva con el que está navegando el primer partido de la oposición en estos momentos. Distraído y errático. Confundiéndose de adversarios y de prioridades. Prefiriendo amarrar lealtades en los territorios antes que ganar las elecciones. En este absurdo pulso, todos han utilizado al presidente andaluz para airear sus diferencias. Que seas libre, le vino a aconsejar Isabel Díaz Ayuso. Que ya lo eres, le dijo Teodoro García Egea. Y Casado puso la guinda diciendo a Moreno Bonilla que tenía «las manos libres» para convocar sus elecciones. Y entre tantas loas a su libertad, el presidente andaluz, visiblemente contrariado por tanta energía malgastada, estableció lo que deberían ser las prioridades del PP: ganar a Sánchez, y dejar atrás los enredos estériles.

«Hacer oposición a Sánchez y no a Díaz Ayuso» se conjuran quienes están pidiendo que se ponga fin a este desvarío. Pero Casado, de momento, se sienta a esperar sin tomar nota. Han llegado a producirse tics de guerra sucia que dejan al aire el mal clima en el PP. ¿A qué vino esa filtración coordinada sobre un supuesto «golpe» contra Casado? se lamentan en el entorno de la presidenta de Madrid. El PP se distrae y Pedro Sánchez observando un espectáculo que, de seguir así, le puede beneficiar en las urnas. No le vendría mal para compensar su desgaste en las encuestas. Le basta ver cómo el primer partido de la oposición se está despellejando. Por mucho que Isabel Díaz Ayuso repita que solo quiere ser presidenta de su partido en Madrid, si desde Génova la ven como una rival de Casado, no pararán su ruleta rusa.

Los socialistas gobernaron en Euskadi gracias al PP. Ahora, los aliados serían Bildu y Podemos. Al tiempo

Sánchez eliminó de un plumazo, en plena purga, a su número dos en el partido, José Luis Ábalos. Y no le va tan mal. Pero Casado no se atreve a llegar a ese estadio. Prefiere tener un partido sin aristas (y ese patio se lo está limpiando Teodoro García Egea) antes que ganar elecciones. Porque eso es lo que le ocurrirá. No podrá convencer a su electorado de que va a gobernar mejor que la izquierda si no es capaz de poner orden en su propia casa.

Si el PP persiste en el enfrentamiento, no ganará en las urnas. Mejor para Sánchez que ayer, en el congreso del relevo en el Partido Socialista de Euskadi en donde Eneko Andueza tomaba el testigo de Idoia Mendia, aprovechó para arremeter contra «la derecha furibunda». Lo dijo antes de cerrar sus Presupuestos con los partidos independentistas; furibundos donde los haya. Y se vino tan arriba que apostó porque Euskadi vuelva a tener un gobierno socialista. ¿Ya le han contado a Sánchez por qué fue posible que Patxi Lopez fuera lehendakari en la legislatura del 2009? Porque el PP le dio los votos que necesitaba en el Parlamento. Es decir, que los socialistas gobernaron en Euskadi gracias al PP. Ahora, bajo su mandato, los aliados serían Bildu y Podemos. Al tiempo.