La apuesta política de Patxi López y Ares necesitaba la corroboración con resultados tangibles del esfuerzo invertido y de las medidas adoptadas para combatir a ETA. Y esos resultados llegaron ayer con la desarticulación de una célula terrorista y la captura de cinco sospechosos.
El consejero de Interior vasco, Rodolfo Ares, no podía ocultar ayer la satisfacción de la operación antiterrorista realizada por la Ertzaintza. A él le había tocado adoptar las medidas necesarias para hacer realidad la prioridad política de combatir a ETA establecida por el lehendakari Patxi López.
Tras su llegada al Departamento de Interior, Ares modificó la estructura de la Ertzaintza creando en su seno una división antiterrorista para reforzar las líneas de investigación contra ETA. Ya existía una unidad encargada de esas funciones, con otro nombre y otro nivel administrativo, pero al elevarla a categoría de división se quiso transmitir de manera simbólica la idea de que el combate contra la banda se tomaba en serio y constituía una de las principales prioridades del Ejecutivo socialista.
El nuevo Gobierno vasco había marcado una impronta diferenciada con respecto a los anteriores por su activa implicación en la retirada del espacio público de todos los símbolos y fotografías que supusieran enaltecimiento del terrorismo u homenaje a los etarras. La insistencia en perseguir este tipo de exhibiciones había llegado a herir la sensibilidad del PNV que creía que se trataba de ponerle el evidencia.
La apuesta política de Patxi López y Ares necesitaba la corroboración con resultados tangibles del esfuerzo invertido y de las medidas adoptadas para combatir a ETA. Y esos resultados llegaron ayer con la desarticulación de una célula terrorista y la captura de cinco sospechosos. Las detenciones son fruto de una investigación abierta hace tiempo que ha culminado ahora. En la lucha antiterrorista eso es muy frecuente.
La implicación de la Ertzaintza en la lucha contra ETA no es nueva. El primer enfrentamiento de los agentes vascos con etarras tuvo lugar en 1986 y se saldó con la muerte de uno de los jefes policiales, la captura de dos terroristas y la liberación de un secuestrado.
El periodo de mayor actividad antiterrorista de la policía vasca fue la década que transcurre desde 1989 hasta 1998. En ese tiempo fueron detenidos 120 presuntos etarras –sin incluir en esa cifra a los relacionados con la violencia callejera– de los que 96 fueron encarcelados o procesados. Sin embargo, la actuación de la Ertzaintza contra ETA se redujo prácticamente a la mitad en los once años siguientes: desde 1999 hasta el 2009 se produjeron 62 arrestos. De ellos, 31 ingresaron en prisión o fueron procesados. Particularmente escasa ha sido la actuación de los últimos seis años, del 2004 al 2009, en los que sólo hubo siete arrestos de sospechosos de pertenecer a ETA. La cifra ha quedado casi igualada con las cinco detenciones practicadas ayer.
Florencio Domínguez, LA VANGUARDIA, 27/1/2010