En química se llama agua regia a una mezcla de ácido nítrico y ácido clorhídrico sumamente corrosiva, capaz de disolver el oro, el platino y todos los metales conocidos. En política se llamaría Pedro Sánchez Pérez-Castejón, un agente capaz de corromper todo lo que toca. Este viernes, el Grupo Socialista presentó en el Congreso una proposición de ley para que el CGPJ pueda nombrar a los dos magistrados del Constitucional que le corresponden de los cuatro que deben renovarse. Los otros dos le corresponden al Gobierno. Trata el sanchismo de ampliar las capacidades del CGPJ en la Ley del Poder Judicial, aquel invento felipista con el que los socialistas empezaron a magrear la Justicia como si fuera una niña tutelada por la Generalidad valenciana.
Es la segunda reforma que hacen en quince meses. En marzo de 2021 hicieron una justamente en sentido contrario, para restringir las capacidades del Consejo en época de interinidad y dificultar que una mayoría conservadora se hiciera con el poder, tal como el socialismo gobernante quiere hacer ahora. Estos cambios son muy del Gobierno. No hay en el Ejecutivo de Sánchez un sentido de la ley o de la justicia, sino de su propia conveniencia. Es justo lo que nos conviene: hagámoslo.
Esto en todos los órdenes de la política. Recordemos que el presidente del PP propuso al Gobierno un plan económico que contemplaba una rebaja del IVA al 5%, lo que fue rechazado por la vicepresidenta segunda a comienzos de mes por considerarla cosmética e insuficiente. Pues esa rebaja es la que aborda Sánchez a partir de hoy. Bueno, ya sabíamos que lo suyo era el plagio y haberse apropiado de una medida propuesta por el jefe de la oposición estaba en su naturaleza. Pero en su naturaleza también está el fracaso, pensemos en la excepción ibérica, por ejemplo. Y las cosas no acaban aquí. Ahí está el asalto a Indra para sacar pecho ante la cumbre de la OTAN, donde Sánchez anunciará un aumento en el gasto de Defensa, después de echar a los cuatro consejeros independientes. Su primer resultado perceptible: un desplome en bolsa del 20%.
En realidad, a Sánchez-Pérez no le importaba lo más mínimo bajar los impuestos de la luz, ¿No había dicho Zapatero en 2003 que «bajar los impuestos es de izquierdas»? Sánchez había bajado el IVA del 21% al 10% en mayo de 2021, inmediatamente después de la barrida electoral de Ayuso. Hoy lo baja del 10% al 5%, después de la marcha triunfal de Juanma Moreno en Andalucía. Y hablando de fracasos, ayer se produjo un nuevo asalto a la valla de Melilla, masivo y violento. Hubo al menos 18 muertos y, en el suelo español, 57 inmigrantes y 49 guardias civiles heridos. Éste es el resultado práctico de aquel pacto con Marruecos en el que entregó a Mohamed VI la soberanía del Sáhara.
El último ridículo es la cumbre de la OTAN, a la que una parte del Gobierno tacha de organización criminal y en la que hace de anfitrión el que pensaba eliminar el Ministerio de Defensa. Pero a él qué más le da, si lo único que quiere es sacarse la espina de aquel desdichado paseíllo junto a Biden. Lo sentará en un sillón para lucirlo junto a él ante las cámaras.