Ignacio Marco-Gardoqui-El Correo
Si a Pedro Sánchez le ha costado un riñón obtener el apoyo de los partidos independentistas catalanes y medio el de los vascos (aquí la factura no está cerrada, ni mucho menos), ¿cómo no iba a terner que sudar el de sus propios socios de Gobierno, sometidos a sus propias presiones internas? Aquí de lo que se trata es de marcar perfil propio, presentarse ante los suyos con el catálogo de regalos obtenidos bien abultado y nada más.
¿Quién calcula el coste de esos regalos? Nadie. ¿Quién se preocupa del futuro del dinero público? Nadie. No solo, la parte del futuro que se encuentra en cualquier lugar más allá de las próximas elecciones, no existe, así que a nadie preocupa. Ni siquiera le preocupa al propio Gobierno que acaba de firmar un acuerdo en Bruselas con la Comisión Europea al comprometerse a seguir una senda ‘elástica’ de moderación del déficit y de reducción de la deuda pública.
¿Es compatible ese compromiso con las promesas de ayudas, es decir de gastos que se van a acordar hoy? Nadie lo sabe y a nadie le importa. ¿Se va a oponer usted a que los precios del gas y de la electricidad sean menores? ¿Va a criticar usted las rebajas del IVA de los productos que llenan la cesta de la compra o quejarse de las ayudas al transporte? Claro que no. Esa actitud es propia de mentes austeras con el presente y respetuosas con el futuro.
En definitiva de mentes que van en contra del progreso, en contra del signo de los tiempos. Propia de timoratos desaprensivos y de retrógados recalcitrantes. Así que ni se le ocurra criticarlas. Acéptelas y si le toca algo en el reparto, pues enhorabuena. No olvide que se lo debe a la inacabable generosidad de nuestro presidente que vela por nuestras cuitas.
El tema es que, mientras que el PIB ha crecido poco más del 3% desde aquel lejano año de 2008, los gastos sociales han aumentado en más del 17%. Y eso, ¿qué quiere decir? Pues únicamente que vivimos por encima de nuestras posibilidades y que gastamos mucho más de lo que ingresamos. Y, como diría Patxi López, ¿a usted qué más le da?
Mientras que el BCE ha comprado nuestra deuda, sin medida y como una buena madre, y mientras los mercados financieros no nos obliguen a disparar la prima de riesgo, ahora que cogen el testigo de las compras, es decir, mientras coloquemos las emisiones sin grandes sufrimientos… Allá el siguiente.
Todo consiste en pasar el roto a la siguiente generación, ¿Tendrá ella a quién endosárselo después? Bueno, es su problema. Desde luego, yo no lo veré. ¡Que tengan suerte, eso sí!