- España ha dejado de funcionar con Pedro Sánchez. Los trenes no circulan, la electricidad se apaga, la vivienda es más cara que nunca, el paro crece, el umbral de pobreza alcanza cada día a más españoles y se ha disparado la crispación
Cuando ocurren tantas desgracias seguidas, la capacidad para el asombro y el escándalo va desapareciendo lentamente. Los españoles no ganamos para disgustos en los últimos tiempos, pero estamos demostrando una gran capacidad para sobrellevar el sufrimiento. Nos vamos inoculando pequeñas dosis de resistencia y aquí estamos, sobreviviendo al mal fario y la gafancia de un Gobierno de incompetentes. Las habilidades para gobernar están reñidas con este Ejecutivo, ya sea por falta de conocimiento o por aptitud. En cualquier caso, mala noticia para los ciudadanos. Bien es cierto que este gobierno se sustenta sobre un partido que no ganó las elecciones, lo que viene a empeorar cualquier análisis que hagamos.
Todavía no nos habíamos repuesto del apagón del lunes de la semana pasada, cuando ayer nos volvieron a dar en toda la cara con la enésima crisis ferroviaria. Todo ello consecuencia de haber dejado el ministerio responsable en manos de un bocazas que solo sabe insultar y a quien la realidad y las evidencias lo sitúan en su justo lugar: la incompetencia. Jamás argumenta, solo sabe insultar y descalificar. Marca de la casa en el sanchismo. A los matones, más tarde o más temprano, acaba arruinándolos su podredumbre moral.
De nuevo, miles de viajeros se quedaron tirados en tierra. En este caso la explicación oficial es el robo de cable de cobre del tendido eléctrico en determinados trayectos, lo que hace imposible la circulación del tren. Esos robos no son nada nuevo. Vienen ocurriendo desde hace tiempo. A la creciente inseguridad se une el desmantelamiento de la presencia de la Guardia Civil en muchos lugares de España. Han retirado efectivos del benemérito cuerpo en toda la zona donde se producen esos robos, incluidos agentes del Seprona. En muchos lugares de ambas Castillas solo hay una pareja de la Guardia Civil por cada cuatro municipios. Gastan el dinero de todos nosotros en adoctrinamiento, en chiringuitos para emplearse ellos y desmantelan algo tan fundamental en la vida de España como es la Guardia Civil. El hurto que protagonizan los delincuentes comunes no es un sabotaje, es el robo de toda la vida, más viejo que el hilo negro y tan fácil de combatir como el hecho de dotar esas zonas de más agentes.
España ha dejado de funcionar con Pedro Sánchez. Esa es la síntesis más clara y diáfana a la que se puede llegar. Los trenes no circulan, la electricidad se apaga, la vivienda es más cara que nunca, el paro crece, el umbral de pobreza alcanza cada día a más españoles, aumenta la indigencia infantil y se ha disparado la crispación política generada por un hombre dispuesto a estar en el poder, a pesar de no tener el favor de la ciudadanía. El sabotaje, tanto en este caso como en el apagón de la semana pasada, es la cortina de humo levantada para no asumir responsabilidades. Como haría un niño pequeño, escapando a toda prisa, tras tirar un balón contra la luna de una escaparte y haber roto la cristalera. En esas manos estamos. «Algún día os gobernarán los niños y ese será el peor de los días», escribió el profeta Elías.