Antonio Casado-El Confidencial
- La marca ‘Juanma’ triunfa en los sondeos y se canta la victoria del PP como se cantaba la de Nadal frente a Ruud
La marca ‘Juanma’ triunfa entre finos analistas, los sondeos, la cartelería y las terrazas de verano, como presagio invencible del derechazo andaluz. Se canta la victoria del PP como se cantaba la de Nadal frente a Casper Ruud.
Conviene prevenirse frente a giros inesperados de la campaña, por si el paseo militar de Moreno Bonilla termina en despeñadero. Podría ocurrir si su facturación en las urnas se aleja de la mayoría absoluta más de lo previsto.
Que una tercera parte de los votantes socialistas (recuerdo de voto, se entiende) dude entre votar al PP o al PSOE es el chivato demoscópico de un votante desalentado y un PSOE con poca fe en sus posibilidades, aunque también puede verse como prueba de que no está dicha la última palabra.
Las campañas las carga el diablo. Todo puede cambiar sobre la marcha de los acontecimientos. O el desarrollo de un debate como el de esta noche en TVE (22:00) o en Canal Sur una semana después, con participación de los seis principales candidatos en directo. E incluso en el primer cuerpo a cuerpo parlamentario de los dos primeros jefes de fila a escala nacional, Sánchez y Feijóo, mañana en el Senado.
«Que una tercera parte de los votantes socialistas dude entre PP y PSOE puede significar que no está dicha la última palabra»
La clave está en el acierto o el desacierto de los mensajes. Buen camino la forja del hombre tranquilo que abraza el andalucismo, no se mete en líos y no produce rechazo. Ese es Moreno Bonilla. Y mal camino el empeño de los socialistas en seguir agitando el miedo a la derecha ante un electorado que no echa de menos el larguísimo reinado de la izquierda en la comunidad autónoma más poblada de España.
A lo que iba. Si con el peor resultado de su historia (20%) el PP gobernó gracias a la sindicación de las tres derechas, no es obligatorio descartar un desenlace semejante por la otra banda cuatro años después. Raro, raro, raro, sería una sindicación de las tres izquierdas en el palacio de San Telmo.
El margen es pequeño, por no decir insignificante. Y las variables se reducen a dos. Una, que la desmovilización socialista por dar segura la derrota se traslade al PP por dar segura la victoria. Y otra, consecuencia de lo anterior, que la innegociable sed de sillones de Vox amargue la vida a un PP con una innegociable voluntad de gobernar en solitario bajo amenaza de una indeseable repetición de las elecciones.
Además del fantasma de la abstención en un fin de semana de puente, calor y playa, sobre las dos variables mencionadas en el párrafo anterior trabajan los equipos de campaña de los dos principales competidores, Moreno Bonilla (PP) y Juan Espadas (PSOE). Y sus respectivos líderes nacionales, Feijóo y Sánchez, ambos muy activos en la campaña andaluza. Sin embargo, es un hecho verificable hoy en día que si la marca ‘Juanma’ mejora tapando las siglas del PP, la marca ‘Sánchez’ no beneficia al candidato Espadas.
En cuanto al efecto Vox en las hipótesis circulantes en vísperas del 19 de junio, sostengo que es contraproducente la persistente insistencia de los socialistas en pregonar que votar al PP es votar a Vox. En el votante de Vox —exvotante del PP en su inmensa mayoría, no lo olvidemos— cursa como una incitación al llamado voto ‘útil’. Al fin y al cabo, según dicen los socialistas, votar al PP es como votar a Vox.
Por otra parte, los votantes socialistas aquejados por el derrotismo y la desmotivación pueden entender que, efectivamente, la mejor forma de evitar que Vox entre en la Junta sea votar al PP. En ese dilema se encontraría ese tercio de votantes socialistas que, según todos los sondeos, duda entre PSOE y PP.