ABC 03/07/14
LUIS VENTOSO
· Empieza a haber un puntillo de astracán en el desafío separatista
LA cosa va avanzando. Aunque es ilegal y el Gobierno español no puede permitirlo si no quiere cometer un delito, para el 9 de noviembre ya tenemos preparado el referéndum. Es verdad que será imposible celebrarlo, pero el lío está montado. También hemos conseguido que el español, la lengua más hablada en Cataluña y la que más crece, esté prohibido de facto en las escuelas públicas y vetado en los rótulos so pena de multa. Poniendo unos dinerillos, hemos logrado que la prensa local capte las bondades del «proyecto nacional», aunque uno de los dos periódicos se nos está desmandando un poco últimamente (habrá que inyectar más money). Hemos convencido a buena parte de los catalanes de que Durao, Junker, Rajoy y Merkel mienten como posesos: la Cataluña independiente no quedará fuera de la UE (nuestro pueblo es admirable, y a fuerza de escucharnos de sol a sol en TV3 se fía más de nosotros que de lo que dicen los tratados europeos). Algunos agoreros creen que si nos independizamos se producirá un éxodo de multinacionales muy imbricadas en el resto de España. También explican que el resto de los españoles, que están fritos con nuestro valeroso «proyecto nacional», dejarían de comprar nuestros productos; que tendríamos serios problemas arancelarios, que sería difícil seguir disfrutando del euro… Paparruchas. No perderemos ni una pela. Los españoles serán un queridísimo pueblo hermano, ansioso de ayudar con sus compras a la floreciente Cataluña emancipada; se nos abrirán nuevas oportunidades comerciales como Estado, seguiremos en el euro porque somos altos y guapos, y el paro bajará drásticamente una vez liberados del yugo español.
Hay quien dice que a día de hoy estamos colocando nuestra deuda en los mercados gracias al paraguas de la solvencia de España y que el Estado nos transfiere fondos de manera constante para mantener los servicios sociales básicos. Ridículo. Hasta los críos de preescolar del villorrio más ignoto del Pirineo saben que España nos roba, porque lo aprenden casi antes que a leer.
Hemos avanzado mucho. Hasta hemos prohibido los toros, por tratarse de un adoctrinamiento en el españoleo. La selección española no puede jugar aquí, y si viene el Rey por Cataluña, nuestro presidente don Artur, que es más chulo que un ocho, ya ni se molesta en quedarse a escuchar el discurso. Todo va bien encarrilado, pero no habíamos reparado en un detalle: «Escolta, nen, ¿y qué pasa si hay una guerra, tú?». Uy, cierto: un Estado necesita un Ejército. Pero ya hemos echado cuentas. Nos hacen falta 47.069 militares, ni uno más ni uno menos. Los ingleses instruirán gratis a nuestra Armada, que además de patrullar por el Mediterráneo, el océano catalán, hará misiones en el Atlántico y el Índico, como corresponde a una potencia emergente. La verdad es que al principio, con el pufo que tenemos por culpa de España, las vamos a pasar canutas para comprar destructores y aviones F-18. Pero podemos empezar con los Mossos en unas zodiac y una fuerza aérea en parapente… Una nación joven precisa imaginación.
En fin, que lo sentimos por Oriol y Artur, que se lo toman tan en serio, pero el glorioso desafío está cogiendo un puntillo de astracán. ¡Qué guión se ha perdido Berlanga!