- Nacido en 1972, amaga con su «punto y aparte». Consiste en limitar la independencia de los jueces y minar los cimientos de la columna de la democracia que son los medios de comunicación
Afortunadamente, en el discurrir de los siglos, los seres humanos nos acostumbramos, como un hábito más, siendo un derecho, a ser libres y por eso nos irritan aquellos que nos la quieren arrebatar, invocando, curiosamente, la bella expresión de libertad. Recuerden a los comunistas de toda la vida, aquellos que apellidan a cualquier cosa que hacen con la palabra «democracia». ¿Recuerdan la República Democrática de Alemania? Era esa en la que disparaban a cualquier persona que quisiera traspasar el muro de Berlín. Y todos aquellos jóvenes asesinados, al intentar superarlo, inspiraron la hermosa canción Libre de Nino Bravo.
Libertad sin ira cantamos en los finales de los setenta del siglo pasado cuando estrenábamos la democracia. No imaginábamos, entonces, que un niño de aquella época, de apenas 7 u 8 años podría amenazarnos ahora con limitar nuestra cuota de libertad. Sánchez, nacido en 1972, amaga con su «punto y aparte». Consiste en limitar la independencia de los jueces y minar los cimientos de la columna de la democracia que son los medios de comunicación.
La libertad, lo escribió Hugo Grocio, es indivisible. No hay trocitos de ella. Si se cuestiona cualquier parte del albedrío o autonomía ciudadana, se cuestiona la prerrogativa más notable de un sistema democrático: la libertad.
No nos equivoquemos, no son los toros, no son los medios, no son los periodistas, no son los jueces, no son los empresarios… es la libertad. Con ella el ser humano potencia su capacidad de acción y es el territorio más fecundo para la actividad política, cultural o social. Y es contra esa desenvoltura del pueblo contra la que quieren ir la izquierda extrema, el PSOE, cuya historia así lo avala, y la extrema izquierda, esa que simpatiza con aquellos dirigentes comunistas que impedían en la República Democrática de Alemania cruzar el muro de Berlín a sus ciudadanos.
Cuando se ataca la libertad, tal y como ahora se está haciendo, se pone en peligro la esencia misma de la democracia. ¡Cuántos delitos se han cometido en nombre de la democracia! Y cómo han vaciado su verdadero y original significado.