Antonio Casado-El Confidencial

  • La entrada de Vox en el gobierno de Castilla y León no da para reclamar el fusilamiento político de Mañueco

Los prejuicios envenenan los intentos de entender la situación creada como consecuencia del absurdo anticipo electoral en Castilla y León. En el pecado lleva la penitencia el PP, pues la avaricia rompió el saco de un gobierno centrado con Ciudadanos para terminar en una coalición con la extrema derecha. Pero el reproche no da para pedir el fusilamiento político de Fernández Mañueco por haberse visto abocado a pactar con Vox en contra de su voluntad. Y mucho menos el de Feijóo, que aún está en la sala de espera como futuro líder nacional del PP. 

Si escribo al dictado de mis afinidades me uniré a la avalancha de reacciones contrarias a la entrada de la ultraderecha en la Junta. Si he de ser simétrico respecto a la presencia de grupos antisistema en las instituciones, no hallaré mejores argumentos que los usados por la izquierda para justificar el encamamiento de Sánchez con Podemos a escala nacional. Así como este entendió que, a pesar del insomnio, pactar con Podemos era un mal menor frente a un gobierno de derechas, Fernández Mañueco ha entendido que pactar con Vox era un mal menor frente a la ingobernabilidad o la repetición de elecciones. 

Si con ministros plurinacionales y republicanos en el Gobierno de la nación no se ha roto España ni se ha derrocado al rey Felipe VI, tampoco la eurofobia, el racismo y la aversión a las minorías van a confiscar el ánimo de castellanos y leoneses por el hecho de que una vicepresidencia y tres de diez consejerías estén ocupadas por otros tantos representantes de un partido tan legitimado en urnas como Podemos, Bildu, ERC o la CUP, por poca o mucha alergia que unos y otros nos puedan producir. 

Si con ministros de Podemos no se ha roto España, tampoco la xenofobia y el racismo van a confiscar el sentir de castellanos y leoneses

Prosigo. Si con Sánchez no se ha independizado Cataluña ni se ha derogado la Constitución, a pesar de que a sus compañeros de viaje les gustaría, con Mañueco en CyL tampoco saldremos de la UE, no vamos a sacar a tortas a los inmigrantes, ni se va a derogar el Estado de las Autonomías o la ley de violencia de género, pongamos por caso. 

Al PP se le presenta la ocasión de hacer de la necesidad virtud porque gobernar con Vox puede ser el mejor camino para librarse de Vox. Basta dejar que los de Abascal pisen moqueta y aireen su discurso regresivo en valores consagrados en nuestro sistema. Ya ocurrió con Podemos en Castilla-la Mancha y está ocurriendo con los de Ione Belarra en el Gobierno de la nación.

Esos precedentes nunca frenaron el reproche del PP al PSOE por encamarse con fuerzas alérgicas al régimen del 78. Tampoco frenan al PSOE cuando ahora acusa al PP de encamarse con Vox. Les faltó tiempo para el previsible intercambio de la pedrada. Sánchez endosa al futuro líder del PP la intención de «abrir la puerta del gobierno a la ultraderecha». Feijóo le devuelve el golpe por alinearse con la «extrema izquierda populista» mientras y le culpa de que Mañueco vaya a gobernar con Vox. 

Causa bochorno esta insensata carrera de sacos por ver quien está más legitimado para dar lecciones de pureza democrática: ¿Por qué ha de ser más grave pactar con un enemigo del sistema por la derecha que con un enemigo del sistema por la izquierda, al margen de nuestras particulares preferencias? 

Causa bochorno esta insensata carrera de sacos por ver quién está más legitimado para dar lecciones de pureza democrática 

Si Pedro Sánchez ha podido dormir tranquilo preservando la gobernabilidad y trabajando por mejorar las condiciones de vida de la gente, teniendo a la izquierda de la cama a un partido que reniega de la Constitución, el rey y el concepto de soberanía nacional única, no es justo negarle a Mañueco la capacidad de vencer el insomnio mejorando las condiciones de vida de castellanos y leoneses, teniendo a la derecha de la cama a un partido que reniega de Europa, las autonomías y los avances en materia de derechos humanos.

El desafío por elevación interpela a Núñez Feijóo, como futuro aspirante a la Moncloa. Por supuesto. Pero, por las mismas que en el caso de Mañueco a escala regional, solo un razonamiento asimétrico le negaría el derecho a pactar con Vox reconociendo simultáneamente el derecho de Sánchez a pactar con Podemos. Los argumentos han de ser los mismos en los dos casos. Sobre todo el de la estabilidad, divino tesoro.