José Antonio Zarzalejos-El Confidencial
En el eje viejo-nuevo, el socialismo de Sánchez es viejo. Tan pronto dice que Rajoy tiene que convocar elecciones como que tiene que someterse a una cuestión de confianza
“No, no iré a la Escuela de Gobierno del partido”. Me lo dice un poco irritado, pero también entristecido. ¿Por qué? “Por muchas razones, pero la principal es porque Pedro no puede pretender que estemos todos juntos y en unión y, a la vez, dar una patada a Elena Valenciano en el culo de Rubalcaba. O sea, en echar a la mitad del partido de su ámbito de funcionamiento”. Quizá —le sugiero— esa decisión de Sánchez no apoyando la presidencia de Elena Valenciano al frente del grupo socialista en el Parlamento Europeo sea puntual. “No, en absoluto lo es. Es la expresión de una exclusión generacional, de una etapa, de una serie de referencias. Aunque yo no voy por más razones, por muchas más razones. Porque, entre otras, no veo partido y sí veo las encuestas como la vuestra de El Confidencial, o la del domingo en ‘El País‘, con un socialismo que está en el filo del 20% y que no absorbe nada de un lado ni del otro, y con Podemos aguantando ahí en el 17%”.
Con más motivo —aduzco— para acudir a un acto importante como la Escuela de Gobierno del partido, tres días, entre el 15 y el 18 de marzo, con ponencias interesantes, un relanzamiento programático… En fin, un intento de situarse en el mapa cuando parece que el PSOE está un tanto desaparecido. “No te empeñes. Felipe tampoco va. O sea, no acude el peso pesado referencial más importante del socialismo español y, me atrevería a decir, europeo. Tiene una agenda apretada, sí, pero no tanto como para dejar ese evento al margen. Pedro ha organizado un partido que no se parece al tradicional, que era federal y este es asambleario, nada que ver”.
Le sigo rebatiendo: van Solana, Almunia, Zapatero. Respuesta inmediata: “Sí, pero no van a ir, seguramente, Susana y otros barones; si van, lo harán por compromiso, porque las autonómicas están cerca y necesitan una imagen de cohesión. García-Page ya declaró el domingo que da un voto de fe a Sánchez pero que el partido no es un convento. Y Ximo Puig está reticente. Y no te cuento Lambán”. O sea, que habrá tensión. “O no. Ábalos es un gran tipo y lo está haciendo muy bien, pero el resto carece de guía. ¿A quién se le ocurre poner a una independiente, Margarita Robles, como portavoz del Congreso? A Javier Fernández en Asturias también le ha hecho alguna putada, cuando es un político transversal y respetado. Te daría casos para sumar y seguir”.
Hay tiempo para reconsiderarlo, le replico. Felipe y Pedro comieron juntos e hicieron las paces después de aquellas declaraciones del expresidente según las cuales Sánchez le había engañado. “Pues no te engañes tú: Felipe piensa de Pedro lo que yo, lo que Rubalcaba, lo que tantos otros. No se ha arreglado nada entre ellos. Todo sigue igual”. Pero Pedro ha intentado renovar, le insisto. “Pues no niego que lo haya intentado, pero te garantizo que no lo ha conseguido. Hace una política propia de un pollo sin cabeza. Es un partido que se ha alineado con el PP, es uno de los partidos ‘viejos’ contra Ciudadanos y Podemos. Defiende posiciones de hace no sé cuántos años. En el eje viejo-nuevo, el socialismo de Sánchez es viejo. Sus movimientos son convulsos. Tan pronto dice que Rajoy tiene que convocar elecciones como que tiene que someterse a una cuestión de confianza si no logra aprobar los Presupuestos. Y se va del pacto educativo sin motivo sólido. Esto no es estar en la política con mayúsculas. Esto es estar instalado en las ocurrencias”.
Pero no van a ir, seguramente, Susana y otros barones, si van, lo harán por compromiso, las autonómicas están cerca y deben mostrar cohesión
Me parece un juicio duro, quizás excesivo. Ya lo veníais diciendo antes de las primarias y mira cómo ganó, indiscutiblemente, sobre Susana, que era a la que respaldabais vosotros. “Sí, nos equivocamos porque no valoramos la épica del perdedor. Pero después no ha demostrado nada. Mira lo que ha ocurrido con los pensionistas y las mujeres. ¿Serías capaz de decirme que el PSOE ha tenido protagonismo en esas movilizaciones? En absoluto: igual que el PP, a remolque de los acontecimientos, sin intuición, sin anticipación. Ha surgido un sindicalismo social —nada que ver con nuestro pariente UGT— y el partido no se ha enterado”.
Entonces ¿sigue la pugna?, le pregunto. “Me temo que mientras Pedro y su entorno sigan con decisiones sectarias, seguirá. Pero lo hará de manera silente, discreta, latente. Mira cómo se ha comportado Elena Valenciano, con elegancia, con ‘savoir faire’, que dicen los franceses, cuando era la más cualificada para encabezar a los socialistas europeos. La integración —o el afán por ella— se demuestra andando. Así que en la Escuela de Gobierno de esta semana, la primera ponencia tendría que ser la que se titulase “Cómo agrupar un partido en vez de disgregarlo”, pero, por más que veo el listado de intervenciones y temáticas, ese no lo veo. Siento insistir: Pedro ha echado a la mitad del PSOE. Y eso es muy grave”. Pensé que las cosas habían mejorado, le digo. “Pues ya ves que no lo han hecho”.