ABC 25/11/16
· Los guardias civiles de Alsasua relataron a la juez el clima hostil en el que viven día a día
La mujer del teniente:
«Mi madre tiene mucho miedo de quedarse sola en el bar; incluso han puesto una pancarta en la puerta que decía “fuera de aquí”»
El sargento atacado
«Nada más llegar me dijeron que el pueblo está dividido por una avenida; el lado izquierdo es de ellos, y el derecho zona nacional»
El relato ante la juez de los dos guardias civiles y sus respectivas parejas agredidos en Alsasua (Navarra) desvela el clima de tensión que viven los agentes en su día a día y el acoso sufrido desde el ataque que tuvo lugar el pasado 15 de octubre en un bar. Las grabaciones de las declaraciones de las víctimas, a las que accedió la Ser, exponen estas coacciones.
La juez Carmen Lamela –que ha procesado a nueve agresores por delitos de terrorismo, lesiones, atentado y odio– considera que los atacantes buscaban alterar la paz pública y atemorizar a un sector de la población. Siete de ellos se encuentra en prisión preventiva para evitar que se fuguen. Los guardias fueron golpeados cuando tomaban una copa con sus parejas pasadas las tres de la madrugada.
Uno de los dos agentes, el sargento, narró a la juez varios ejemplos cotidianos de las hostilidades sufridas. Según su declaración, otro agente fue arrinconado en el gimnasio por el monitor y cinco personas. «Le dijeron que las cosas que ellos enseñan ahí son para pegar a los guardias, no para que los guardias sepan», recoge la grabación. El mismo agente declaró que una persona «del entorno abertzale escupió a la mujer de un compañero cuando fue a recoger a los hijos» al colegio.
El sargento también explicó a la magistrada que investiga lo que sucedió cuando llegó al municipio navarro, en el que vive desde hace menos de un mes, le contaron que Alsasua está dividido en dos por «una avenida que cruza el pueblo de norte a sur». «El lado izquierdo es la zona de ellos, entre comillas. La derecha es la zona nacional. Yo con mi novia he procurado no ir a la zona de ellos, no porque tuviera miedo, para evitar situaciones», narró en su comparecencia ante la juez el pasado 17 de noviembre.
Ante la magistrada, los guardias civiles y sus parejas identificaron a los agresores y describieron su participación en el ataque, que provocó la fractura abierta del tobillo derecho de uno de los agentes, el teniente. Los señalados colaboran con el movimiento Ospa Mugimendua de Alsusa, un colectivo que reclama la expulsión de los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado con diferentes actos. Dos de los promotores de este movimiento, Jokin Unamuno y Adur Ramírez, fueron algunos de los atacantes más agresivos.
«Miedo a quedarse sola»
La pareja del teniente, de nombre María José, también relató en la Audiencia Nacional las coacciones ordinarias, que en su caso afectan también a su familia al ser natural de Alsasua.
Ella relató que, cuando comenzó a salir con su pareja, el guardia civil, «la gente me retiró el saludo, me advirtieron». También colocaron «una pancarta que decía «Fuera de aquí» en la puerta» del bar que regentan sus padres en la localidad navarra, y en el portal de su casa. A sus padres «les insultan por lo bajo, han cancelado reservas… Mi madre tiene miedo de quedarse sola en el bar por si le puede pasar algo», aseguró también María José.
Además, María José señaló que personas del entorno abertzale le dijeron que «si decía que no me acordaba, terminaría el acoso y me dejarían en paz».
La juez del caso y la Fiscalía han encuadrado la agresión en la campaña hostil que sufre la Guardia Civil en municipios del País Vasco y Navarra, una actividad que iniciaron organizaciones satélites de la banda terrorista ETA. El sargento agredido explicó esta situación. «Viven coaccionados. Dicen que no puedo manifestarme abiertamente porque tenemos establecimientos, hijos en el colegio, el coche en la calle…» «Impera desde hace mucho tiempo la ley del silencio», concluyó el agente.
El teniente calificó este ambiente de «clima peculiar». «Hay gente que no te quiere allí y te lo hacen saber». Este agente también relató algunas actividades del movimiento Ospa, como las pintadas con anagramas de ETA o las pancartas contra los agentes.
La mujer del sargento, Pilar, temió que les mataran en la paliza. «No medían dónde daban, daban en la cabeza». Añadió ante la juez: «Si lo que dicen es «perro vete al monte», yo no puedo salir a comprar el pan. Me da miedo, me provoca ansiedad. Estamos dentro de España y esto no debería pasar».
Los testimonios recogidos en Alsasua por ABC de guardias civiles poco después del brutal ataque precisaban que la vida allí había mejorado mucho respecto a años antes y circunscribían los problemas a «50 descerebrados». Ayer, el coronel jefe de la Comandancia de Navarra, Javier Hernández, se mostró en desacuerdo con «la manera en que se ha presentado a la población de Alsasua, porque no es así; la Guardia Civil no se siente especialmente incómoda allí», precisó.