Si uno quiere seguir con cierta atención la ejecutoria del PP es imprescindible proveerse de unas buenas pastillas contra el mareo, porque el partido de Feijoó se mueve más que los precios en alusión al gran Chiquito. Se comprende que estamos en tiempos de mercaderes y que palabras como honor, coherencia, lealtad o respeto a tu electorado provoquen hilaridad entre los sesudos spin doctors de los partidos. Porque esto ya no es política, esto es el puerto de arrebatacapas, el patio de Monipodio y el despiporre transiberiano.
Podríamos hablar de la relación entre populares y la gente de Vox. Que sí te quiero, que no te quiero, que sí que pacto contigo, que no pacto para nada, que quiero gobernar en solitario, que mejor vamos de la manita. Un baile de salón tan frenético que no lo aguanta ni el Gene Kelly de sus buenas épocas.
El partido de Feijoó se mueve más que los precios
Y cuando creíamos que lo habíamos visto todo después de la frase feijoniana de “Me entiendo mejor con uno del PNV que con uno de Vox” ahora llega el nuevo éxito del verano: según los populares, Junts es un partido cuya tradición y legalidad no están en duda. ¡Anda salero con la hija del hojalatero! O sea, que un partido fundado el 18 de julio – ya es mala suerte – del 2020 tiene tradición. Y, por si fuera poco, su legalidad no está en duda. Insisto en lo del vértigo que produce esta gente porque ese mismo PP decía por boca de su coordinador general don Elías Bendodo hace nada que, menos con Bildu, piensan hablar con todos pero, claro, siempre dentro de la Constitución. En ese relativismo digno de estudio, Bendodo aseguraba que se podía hablar con todos, pero no de todo, y otra cosa era llegar a acuerdos con todos. Es decir, que el partido que tildó de golpista, y así es, a la formación de Puigdemont está por atarse la abstención de los de Waterloo. Esto sí que es un giro de guión y no los de las novelas de Agatha Christie. Mi pregunta, inocente y sin malicia, es qué están dispuestos a dar a cambio. Porque Sánchez ya les ha cedido diputados tanto a Junts como a Esquerra para que puedan tener grupo parlamentario propio y disponer así de dineritos, que al final todo se reduce a la pasta. Y, por lo que respecta al resto, todos sabemos en qué está dispuesto a ceder el monclovita. Consultas, amnistías y lo que sea menester. Que colocar a Armengol de presidenta de la Cámara no es casual, porque es más separata que las CUP.
Mi pregunta, inocente y sin malicia, es qué están dispuestos a dar a cambio
Sigo preguntando, porque no sé responderme. ¿Y Feijoó que piensa darles a esos pirómanos? ¿Qué está pasando en la cúpula del partido ganador de las elecciones? ¿Hay alguien al mando? ¿Han perdido la chaveta? Bien sé que lo primordial es que Sánchez no repita porque el daño sería irreparable, pero aupar a Feijoó a hombros de esos pigmeos supone que el derribo de España continúe. Aunque sea con sentidiño. Eso no es pragmatismo o tragarse un sapo. Eso es decirle a la empresa de Derribos Lazis que si se abstienen la cosa seguirá igual. O mejor. También comprendo que Feijoó tiene el encargo de Su Majestad de formar gobierno, que ha ganado las elecciones y que, a día de hoy, es la única formación que puede presentarse aritméticamente en el Congreso como alternativa al sanchismo. ¿Pero a nadie del PP le produce urticaria escuchar que sus dirigentes digan que Junts es un partido cuya tradición y legalidad no están en duda? ¿Hola? ¿Hay alguien? Porque quizá convendría que algún líder o lideresa popular le explicase al equipo de Feijoó que esas cosas no se hacen, caca. Y sí, lo digo por mi admirada Ayuso.