EL MUNDO 18/11/15 – VICTORIA PREGO
· Lo que Francia ha pedido a sus socios de la UE es que le presten asistencia como país atacado, lo cual significa –lo ha dicho el ministro francés de Defensa– una «participación militar ampliada». Todos los socios han respondido afirmativamente porque ese compromiso, que está en el Pacto de Lisboa, lo han firmado todos ellos y han de hacer honor a él.
Otra cosa es en qué se concreta esa participación militar ampliada y en qué momento empieza a producirse. Por lo que se refiere a España, nosotros sabemos que somos un país escaldado por lo que ocurrió aquí con motivo de la segunda guerra de Irak cuando nuestro país, que no participó en la guerra, sí respaldó plenamente la invasión ordenada por el presidente Bush. Y no sucedió precisamente lo que acaba de ocurrir en Francia, donde la opinión pública y todos los partidos de la oposición se han alineado junto al presidente Hollande y le han prestado un apoyo rotundo, sin fisuras. En España, no es posible olvidarlo, sucedió todo lo contrario: cuando el yihadismo perpetró el atentado del 11-M los partidos políticos acusaron al Gobierno de ser el responsable último de aquella matanza y llamaron asesino al presidente Aznar.
Por eso no tiene nada de raro que el presidente del Gobierno español se tiente mucho la ropa antes de ordenar una mayor implicación del Ejército español en el conflicto de Siria. Y no sólo porque aún resuenan los ecos de lo sucedido en aquellos días terribles de 2004, sino porque Rajoy está más que obligado a atenerse a lo que se acuerde en el seno del Consejo de Seguridad de la ONU y en el seno de la OTAN. Nuestro país está, además, a punto de celebrar unas elecciones generales que van a ser decisivas por muchas razones de tipo interno, y una decisión de tanta envergadura requiere de un Gobierno fuerte y no en la situación de provisionalidad en que el Gobierno se encuentra ahora.
La petición de Francia es perentoria porque el golpe ha sido brutal y porque antes de éste ha sufrido algunos más. Pero la respuesta no puede ser inmediata por parte de sus socios de la Unión aunque sólo sea por una mera cuestión de coordinación de las acciones que se emprendan en el futuro.
Sólo Putin se ha apresurado a sumar sus fuerzas a las enviadas a Siria por Hollande. La urgencia y la determinación del presidente francés le vienen al pelo para forzar un acuerdo global sobre la zona al que Obama se resiste, como se pudo comprobar tras la reciente reunión del G-20. Pero la reacción francesa favorece ahora mismo los planes rusos. Veremos qué sale del encuentro de Hollande con el presidente de los Estados Unidos la semana que viene. Pero España, de momento, no le puede dar lo que pide con tanta y tan comprensible cólera como urgencia.