Javier Jorrín-El Confidencial
- Es el único país europeo que no ha recuperado la renta disponible de 2019. El consumo de los hogares cerró el año 2021 un 8% por debajo de los niveles previos a la pandemia
El turismo y el automóvil son los dos sospechosos habituales cuando se buscan a los culpables de la lenta salida de la crisis de España en comparación con el resto de países europeos. Sin embargo, una razón más profunda que explica que la economía siga todavía un 4% por debajo de los niveles de 2020: el consumo de los hogares. El gasto sufrió una recaída del 1% en el último trimestre del año y sigue mostrando una gran debilidad que nada tiene que ver con la escasa llegada de turistas extranjeros. De esta forma, en el cierre del año el gasto de las familias seguía nada menos que un 8% por debajo del de 2019, una anomalía en la eurozona.
El PIB del año 2021 fue 41.000 millones inferior al del año 2019 (y eso a pesar de la intensa subida de los precios), pero es que el consumo de los hogares quedó 43.000 millones por debajo. Este dato demuestra como ningún otro que el consumo interno está siendo uno de los culpables de esta salida de la crisis con retraso. El consumo contrasta con el rápido crecimiento del empleo, que cerró el año 2021 en niveles de ocupación no vistos desde la burbuja inmobiliaria. ¿Por qué el consumo se está recuperando mucho más lento que el mercado laboral?
Es posible que una parte de la respuesta esté en las restricciones a la movilidad, que todavía frenan una parte del consumo. Sin embargo, la debilidad del consumo independientemente de las olas del covid refleja que hay otros motivos más relevantes. Puede que sea el ahorro preventivo de las familias ante la incertidumbre sanitaria, pero las encuestas de confianza de las familias han dado buenos resultados en los últimos meses.
El problema parece ser que, sencillamente, la renta de los hogares sigue sin recuperarse. Esta es la gran anomalía de España respecto al resto de países europeos. Según los datos de Eurostat publicados esta semana, España es el único país de la eurozona que todavía no ha recuperado el nivel de renta de los hogares previo a la pandemia. En concreto, la renta disponible de las familias en el tercer trimestre de 2021, último dato disponible, seguía un 2,2% por debajo de los niveles de 2019. Por el contrario, en el conjunto de la eurozona la renta era ya un 4,2% superior.
Los países vecinos de España, cuya estructura económica es similar, recuperaron la renta de los hogares ya durante el pasado verano. En Portugal, por ejemplo, los hogares tenían unos ingresos un 0,3% superiores a los de 2019, en Italia, un 0,6% superiores y en Francia, casi un 4% más. Esta recuperación más lenta de la renta de los hogares en España explica que el consumo de los hogares aún esté lejos de los niveles previos a la pandemia. De hecho, es previsible que el país tampoco haya alcanzado ese hito en el cuarto trimestre del año, ya que la masa salarial apenas aumentó un 1,7%. De esta forma, sería el único país europeo en el que los hogares tienen que esperar a 2022 para recuperar su nivel de ingresos de 2019.
Hay otro matiz importante, que es la elevada inflación de los últimos meses. De esta forma, aunque la renta disponible se haya recuperado, no lo ha hecho igual el poder de compra de las familias. La inflación en España está siendo una de las más altas de la eurozona. El IPC cerró el año 2021 con un incremento del 6,6%, un punto y medio por encima de la eurozona. Si se suma la elevada inflación a la caída de la renta disponible, el resultado es que los hogares no han tenido margen para recuperar el consumo al mismo ritmo que el resto de países europeos.
La caída de la renta de los hogares no sólo genera problemas macroeconómicos, como se observa en los datos de consumo, también agrava la desigualdad. La caída de rentas se ha centrado, principalmente, en hogares con bajos ingresos. Un estudio publicado por el Banco de España hace dos semanas, de los economistas Mónica Martínez-Bravo y Carlos Sanz, muestra que los ingresos del quintil de hogares con menos renta (el 20% que menos gana) se desplomaron más de un 25% durante el gran confinamiento, mientras que la caída para las rentas medias fue inferior al 15% y en las rentas altas el descenso fue de apenas un 6%.
En definitiva, los hogares que ya estaban en una situación delicada antes de la pandemia son los que peor han pasado esta crisis. En estos hogares la propensión al consumo de la renta es máxima, ya que todo lo que ingresan lo gastan y apenas les da para cubrir sus necesidades. Esto significa que la caída de ingresos entre las rentas bajas se traslada rápidamente al consumo.
Por el contrario, las rentas medias y altas, con capacidad de ahorro, son las que tienen menor propensión al consumo. En estos casos, la rápida recuperación de los ingresos no ha contribuido a mejorar tan rápido el consumo, lo que explicaría que España siga un paso por detrás del resto de socios en la salida de la crisis.
La reducción de la masa salarial explica el frenazo de la renta. Mientras que en el conjunto de la eurozona la masa salarial era, ya durante el pasado verano, un 4% superior a la de 2019, en España era apenas un 0,6% más. Este incremento en precios reales supone una caída de la retribución deflactada, lo que explica una parte del descenso de la renta disponible.
El otro problema ha sido el escudo social, que ha tenido muchas grietas durante la pandemia que han afectado a las rentas más bajas. Las ayudas extraordinarias que puso en marcha el Gobierno dispararon el gasto en prestaciones, hasta el punto que durante el pasado verano todavía eran un 10% superiores a las de antes de la pandemia. Sin embargo, este escudo no llegó a todos los hogares.
Los trabajadores de la economía sumergida fueron los más perjudicados, ya que se quedaron sin ningún ingreso de la noche a la mañana al inicio de la pandemia. Estas personas no tuvieron acceso a prestaciones por desempleo al no estar incluidos en los registros de la Seguridad Social. Las prestaciones extraordinarias que puso en marcha el Gobierno al inicio de la pandemia tuvieron un papel clave para contener la caída de los ingresos de las familias. Algo más de 200.000 trabajadores de la economía sumergida perdieron sus empleos al inicio de la pandemia.
Por último, el desplome de la renta de los autónomos terminó por dar la puntilla a la renta de las familias. Según el estudio citado del Banco de España, los autónomos perdieron al inicio de la pandemia más del 50% de sus ingresos. La escasez de las ayudas directas, las cuales muchas han revertido al Gobierno porque no se ejecutaron, provocó que estas actividades de menor tamaño no tuvieran un contrapeso público a sus pérdidas.
La suma del empleo destruido, los ERTE y las grietas del escudo social explican la caída de la renta de los hogares. Las familias han optado por contener el gasto, unas porque no tenían ingresos y otras por elevar el ahorro. El resultado es que el consumo en España sigue sin tirar y la recaída del cuarto trimestre del año deja aún más lejos los niveles precrisis, ahora a un 8% por debajo de los niveles prepandemia. Si el principal motor del PIB, el consumo, está gripado, difícilmente el país puede volver a los niveles de actividad que tenía antes del covid.