Isabel San Sebastián-ABC
- Sánchez y Albares tienen abandonados a millares de españoles residentes en el extranjero
Hubo un tiempo en el que España se preocupaba por sus emigrantes. Fuese por sentido del deber o por la necesidad de atender a quienes con sus remesas de divisas contribuían decisivamente a sostener la economía patria, los gobiernos de los años sesenta y setenta crearon una tupida red consular que brindaba amparo y protección a nuestros compatriotas. Lo sé por propia experiencia. Soy consciente de que transgredo un dogma de la progresía al ponderar este logro del franquismo, pero la verdad solo ofende a los enfermos de sectarismo. Los consulados españoles fueron ejemplares en el desempeño de sus funciones. Hoy son un absoluto desastre. Y no por culpa de los diplomáticos y demás funcionarios que intentan ofrecer un servicio digno en condiciones penosas, sino a causa de una desidia imputable íntegramente al Ministerio de Asuntos Exteriores. En las oficinas de todo el mundo faltan medios, falta personal, falta dotación presupuestaria, falta un plan de actuación y por encima de todo falta voluntad política para resolver este gravísimo problema que condena al abandono a millares de españoles residentes en el extranjero. A los señores Albares y Sánchez esto les importa un rábano.El epicentro de este caos se sitúa en Londres, donde viven 310.000 españoles. Una población mayor que la de muchas provincias, cuyo número se ha multiplicado por tres desde que el anterior presidente socialista, Rodríguez Zapatero, decidió facilitar los requisitos necesarios para adquirir la nacionalidad española por residencia y concedérsela automáticamente a un elevado número de parientes en base al reagrupamiento familiar. Hoy, el 70 por ciento de los ‘españoles’ censados en el Reino Unido no nacieron en España y muchos ni siquiera hablan nuestra lengua. De los 38.000 inscritos en el consulado de Mánchester, por ejemplo, 18.000 son de origen pakistaní. En cuanto obtuvieron un pasaporte europeo se marcharon al país donde deseaban estar, aunque sigan haciendo uso de los servicios consulares españoles. Para cursar todos los trámites administrativos demandados por esa nutrida colonia, existe en la capital una plantilla de cincuenta personas, que trabajan en las mismas dependencias desde hace más de tres décadas. Recientemente se declararon en huelga y así han estado durante 45 días, incrementando la desesperación de unos usuarios que pagan sus impuestos, cumplen sus obligaciones y pese a ello sufren en cada trámite burocrático las consecuencias de esta situación kafkiana. A falta de digitalización, los documentos han de remitirse y recibirse por correo postal (47.000 envíos el año pasado). Obtener una cita presencial raya el milagro y ejercer el derecho al sufragio requiere de una determinación indoblegable. Todo lo cual importa un rábano a los señores Albares y Sánchez, que andan muy ocupados hundiendo nuestro prestigio ante la comunidad internacional.