José Luis Caballero, autor de «El espía imperfecto», sobre el trabajo de los agentes del CNI en la investigación de ETA, recuerda que «el fenómeno de ETA, el terrorismo más antiguo de Europa junto con el IRA, no ha tenido una reflejo en la literatura».
España está recuperando el tren de la novela de espías que perdió, sin una razón aparente, a principios del siglo XX.
Ésta ha sido la reflexión de los tres escritores que han participado en la mesa redonda que ha abierto hoy la Semana de Novela Negra de Barcelona BCNegra, José Luis Caballero, Eduardo Martín de Pozuelo y Fernando Martínez Laínez.
José Luis Caballero, autor de «El espía imperfecto», sobre el trabajo de los agentes del CNI en la investigación de ETA, recuerda que «el fenómeno de ETA, el terrorismo más antiguo de Europa junto con el IRA, no ha tenido una reflejo en la literatura».
«En cualquier otro país -añade- este hecho habría dado lugar incluso a una especie de subgénero literario, pero extrañamente aquí no ha pasado».
Tanto Caballero como Martínez Laínez perciben que «España está recuperando el tiempo perdido en el ámbito de la novela de espías, después de que perdiera el tren a principios del siglo XX, cuando irrumpe con fuerza el subgénero en toda Europa».
El propio Caballero recuerda que España había sido «un país con tradición de espías», como en los siglos XVI y XVII cuando contaba con uno de los servicios de espionaje más potentes del mundo.
Al hablar de novela de espías rápidamente viene a la mente del lector el autor británico John Le Carré y su personaje Smiley, que interviene en la Alemania de la Guerra Fría.
Eduardo Martín de Pozuelo, coautor junto con Jordi Bordas de la novela «Sin cobertura», sobre la participación de España en la segunda Guerra de Irak, aclara que «los espías son las personas pagadas y los agentes de inteligencia son los que pagan y procesan
la información que les pasan aquellos; y el resultado final, la ‘inteligencia’ es trasladada a los gobiernos o los presidentes».
«Los espías son gente que se compran y que se venden, mientras que los agentes de información son servidores del Estado», repone Caballero.
Caballero cree que en el servicio de inteligencia español, el CNI, «no hay un grupo de ‘killers’, agentes ejecutores que actúan de manera autónoma, como sí sucede en otros servicios secretos como la CIA norteamericana o el Mossad israelí».
El autor de «El espía imperfecto» opina que, contrariamente a lo que se piensa, «el trabajo de los servicios de inteligencia no es acabar con ETA, sino proveer de información a los cuerpos de seguridad del Estado y al Gobierno».
De hecho, añade Caballero, el CNI está convencido que ETA sigue existiendo y que mantiene una estrategia, aunque los últimos golpes policiales que ha recibido la hayan dejado en condiciones más desfavorables.
«Para el novelista -coinciden todos- es mejor que haya un infiltrado en un grupo terrorista o en una organización delictiva, pero para los servicios secretos de inteligencia no es necesario, porque hoy día la información que obtienen en un ochenta por ciento proviene de fuentes abiertas como los medios de comunicación o la interceptación de llamadas telefónicas o correos electrónicos».
En la segunda sesión de la jornada, el policía Santi Tugores, agente del Grupo Central de Retrato Robot y Estudios Fisonómicos de la policía científica de los Mossos d’Esquadra, ha hecho una demostración práctica de cómo se elabora el retrato robot del autor de un delito.
Para ello, han simulado el robo a mano armada, al comisario de BCNegra, Paco Camarasa, del original de la última novela de Andreu Martín, y varios testigos han aportado detalles sobre el ladrón.
Inicialmente, Tugores ha entrevistado de manera individual a dos testigos presenciales, salidos del público, a los que ha pedido una descripción de los hechos delictivos, del tiempo que ha durado el atraco y del aspecto físico del agresor, y si en el caso de que lo volvieran a ver, le podrían reconocer.
El subjefe de la División de Policía Científica de los mossos, Daniel Martínez, ha comentado que «el éxito en la identificación se basa en un noventa por ciento en la descripción que haga el testigo o la víctima».
Informador.com.mex (México), 31/1/2011