Julián Quirós-ABC

  • El sanchismo en su suplicio ya ha abdicado de sus obligaciones elementales

En la víspera de la victoria socialista de 1982 alguien preguntó qué era aquello del cambio -el lema de la campaña del PSOE- y Felipe González aclaró que «el cambio es que España funcione». Más de cuarenta años después, España está dejando de funcionar. Esto también diferencia al partido de Sánchez respecto al de González. El martes el caos estaba en los trenes, el miércoles, en Barajas. El ministro del ramo es un afamado activista con dedicación obsesiva a las redes sociales que elige a sus subordinados en función de su arte para insultar a los usuarios; los transportes públicos son una viña sin amo, de ahí que no pueda extrañarnos que tanta relajación acabe con la calidad del servicio. Y no es lo único; ya casi no nos acordamos del apagón total de hace dos meses. El Gobierno a todo reacciona con acusaciones de sabotaje, pero en la España de Koldo, Sánchez y Cerdán las excusas de sabotaje no delatan más que abandono administrativo. El sanchismo en su suplicio ya ha abdicado de sus obligaciones elementales.