- El reino de Mohamed es una satrapía que no acabo de entender las simpatías que genera en algunos, incluidos Zapatero, Bono y Moratinos
Entre los muchos problemas que asedian a España, la relación con Marruecos es uno de los más notables e inquietantes. Se ve agravado con la irresponsabilidad de Sánchez, un indigente moral que nunca debió llegar a la Moncloa. Pero ahí está, acrecentando las dificultades que debemos superar. La invasión a nado ayer de una playa de Ceuta por parte de jóvenes marroquíes está planificada de manera consciente por las autoridades del país vecino. El reino de Mohamed es una satrapía que no acabo de entender las simpatías que genera en algunos, incluidos Zapatero, Bono y Moratinos. A ver si un día nos enteramos de sus verdaderas motivaciones. Lo cierto es que España enfrenta un desafío que requiere una respuesta firme y abandonar los discursos políticamente correctos. Si cerramos los ojos a lo que Marruecos está haciendo con nosotros, acabaremos en un conflicto y conviene llamar a las cosas por su nombre y orillar los eufemismos.
Las fuerzas de seguridad españolas, especialmente la Guardia Civil, que despliega su labor en pequeños municipios, advierten de la violencia extrema que suelen protagonizar este tipo de extranjeros. No así otras minorías. Rumanos o hispanoamericanos se integran perfectamente, los marroquíes no. Insisto que mirar para otro lado es un error mayúsculo. No tiene nada que ver ni con la xenofobia ni con las campañas interesadas que unos y otros nos quieren presentar a los ciudadanos normales. Aquí la única evidencia es que las autoridades marroquíes tienen un plan de hostilidad máxima contra España y nunca hemos estado en peor relación con ellos.
España vive momentos difíciles, ciertamente. El fin del verano ofrece una realidad de confortabilidad que no deja de actuar con su efecto narcotizante. Los movimientos independentistas vascos y catalanes, los odiadores de España y Marruecos son los tres enemigos claros del conjunto mayoritario de los españoles. Lo más grave es que hasta hace unos años contábamos con la seguridad de que nuestro Gobierno nos defendería de esos movimientos hostiles, pero ahora justamente es lo contrario. La cuarta complicación es la presencia de Sánchez en la Moncloa… y Marruecos se aprovecha. Están sonando ya todas las alarmas.