Pablo Pombo-El Confidencial
- Existe un profundo malestar respecto al momento de nuestro país y también un hondo pesimismo sobre lo que ocurrirá en España durante 2023
En el anterior artículo introdujimos el cambio atmosférico que puede estar gestándose en la opinión pública, argumentamos que la alteración era de carácter multifactorial y planteamos la hipótesis de que el liderazgo de Sánchez comience a estar asociado con la toxicidad en los sectores más templados del electorado. Con este texto, daremos un paso más.
La tesis es sencilla: existe un profundo malestar respecto al momento de nuestro país y también un hondo pesimismo sobre lo que ocurrirá en España durante 2023. La desazón es tan amplia que lastra la propia evaluación que los ciudadanos hacen de la gestión del Gobierno. Tanto, que ni siquiera recibe respaldo cuando acierta. Tanto, que hasta el apoyo del electorado socialista parece hoy verdaderamente tímido. Da la impresión de que el veredicto social al sanchismo está cristalizando después de un cierre espantoso de 2022. Pero vamos con ello, toca demostrarlo.
Según los datos de la última encuesta de GAD3, siete de cada 10 españoles piensan que España va en la mala dirección. Es un volumen elevado que no responde únicamente a la coyuntura económica. El dato es equivalente al de noviembre de 2021, antes de la guerra y de la inflación. Es un descontento fuerte y estructural.
Y es, además, transversal. Lo llamativo no es que nueve de cada 10 votantes del PP o de Vox estén severamente disgustados. Lo trascendente es que 43 de cada 100 votantes socialistas y la mitad de los electores de Podemos están pensando hoy que España va en la mala dirección.
El juicio del conjunto de los españoles respecto a la situación de la economía es muy duro: dos de cada tres compatriotas creen que el escenario es directamente malo y uno de cada cuatro, regular.
Pero, repito, el malestar desborda los márgenes del típico cuadro inflacionario que lo oscurece todo. Los mismos porcentajes se repiten al evaluar la situación política: dos tercios la califican como negativa, 12 puntos más que en marzo. Las cesiones a los nacionalistas, la crisis institucional y la gestión de Irene Montero están pesando sobre el estado anímico del país.
Hoy, España es pesimista. La mitad de nuestra sociedad piensa que la economía empeorará en 2023 y también cree que la inflación irá a peor. Solo dos de cada 10 piensan que mejorarán.
De nuevo, el pesimismo se refleja también en lo político: el 20% considera que el clima social irá a mejor, el 30% que seguirá igual —teniendo la crispación tan disparada como ahora está— y el 45% da por hecho que empeorará.
¿Influye el negativo estado anímico nacional sobre la evaluación de la gestión del Gobierno? Sigma Dos ofreció hace unos días un sondeo bastante rotundo respecto a las últimas medidas económicas aprobadas por el Ejecutivo.
El número de españoles que piensan que la rebaja de impuestos, el tope del gas, la congelación de los alquileres y el cheque de 200 euros para la alimentación serán eficaces frente a la inflación es inferior al de quienes juzgan que servirán de poco o de nada. Solo hay dos medidas que se consideran más útiles que inútiles: la rebaja o gratuidad del transporte y la bajada del IVA a los alimentos.
Ni siquiera cuando acierta —como ocurre con varias de esas decisiones— el Gobierno recibe un respaldo ciudadano claro. Da la impresión de que la Moncloa tiene sobre sus hombros el peso de un veredicto social cada vez más sólido. Una sentencia cargada además con el tonelaje del fuerte rechazo a la gestión estrictamente política. Tres pinceladas:
-La mitad de los españoles y cuatro de cada 10 votantes socialistas consideran que la rebaja del delito de sedición favorece que se produzcan nuevos golpes.
-Solo el 5% de los españoles y el 9% de quienes votaron PSOE consideran que deben rebajarse las penas por malversación.
-Dos tercios de los españoles consideran que la ley del solo sí es sí no ha traído más seguridad a las mujeres. Y siete de cada 10 votantes socialistas consideran que la ley debe reformarse.
Ese último dato de Sociométrica nos da un indicio potente sobre la posibilidad de que estemos infravalorando el impacto demoscópico del desastre perpetrado por el Ministerio de Igualdad.
Y los siguientes nos ponen en la pista de lo que está ocurriendo dentro del electorado socialista, donde unos se desmovilizan y otros se están pasando al PP en una cantidad que desde que llegó Feijóo nunca ha bajado del medio millón de votos.
¿Qué es lo que está pasando ahí? Pasa que la gestión del Gobierno gusta más a los votantes de Podemos que a los votantes del PSOE, algo que otra vez se refleja con más intensidad en el área política que en la económica.
El 10% de los electores de Podemos es manifiestamente crítico con la gestión económica del Gobierno. La cifra crece hasta el 15% entre quienes se decidieron por el Partido Socialista.
El 12% de los de Podemos es crítico con la gestión política. El dato asciende hasta el 22% entre los socialistas.
Visto así, no es extraño que los tres ministros socialistas más valorados sean Robles, Planas y Calviño —los más identificables con el PSOE clásico—. Tampoco que Yolanda Díaz supere a Pedro Sánchez. La podemización del presidente tiene consecuencias tan directas como estas. Sirve para amortiguar el descenso, pero no vale para competir por la primera posición.
Pasamos finalmente a la última de las encuestas que se han publicado este 2023. Todas dan bajada al PSOE, pero la elaborada por 40dB ofrece un número que merece la pena subrayar…
El 4% de quienes votaron PSOE en 2019 votaría hoy a Vox. Añadan un 0,6% a Ciudadanos y un 7,2% al PP. Eso es un 12%. Según ese sondeo, que destaca entre los más benévolos con el Gobierno, Sánchez está mandando hacia su derecha 815.000 votos en estos momentos.
Concluimos. Es un error pensar que la quiebra de la remontada demoscópica del PSOE se debe solo a la economía o solo a la política. El proceso es más complejo y seguramente más lento. Queda y es probable que veamos más durante este mes de enero. No se ven señales de esperanza en lo que puede traer Sánchez a nuestro país, se ve un veredicto social que el mes de diciembre ha acelerado. El clima está envenenado.
Feijóo no lo tiene muy difícil para acertar. No tiene el dilema de priorizar a los electores que tiene a su izquierda o a su derecha. Cuanto más rasque al PSOE, más rascará a Vox. Juanma Moreno marcó el camino.