Pablo Molina , LIBERTAD DIGITAL 11/11/12
El director y principal comunicador de una radio catalana independiente (en todos los sentidos) ha acusado a algunos periodistas de Madrit detragiversar sus palabras de forma interesada en el debate sobre la otra independencia, la de la nación catalana. El error es disculpable, porque después de tres décadas de inmersión lingüística sólo faltaba que los comunicadores de referencia en Cataluña tuvieran que respetar las reglas gramaticales de un idioma extranjero. Además, todo el mundo sabe que se dice y escribe transjibersar, así que el debate abierto sobre la forma correcta de ese verbo es sólo una disquisición absurda de gramáticos ociosos.
Pero las declaraciones del ilustre gerente de esa emisora, aun sin pretenderlo el susodicho, se antojan muy en sazón respecto a la verdadera naturaleza del contencioso que se va a dirimir en las elecciones regionales catalanas del próximo día 25. Porque toda esta pendencia sobre la independencia tiene que ver con que se mantenga la dependencia. La de las finanzas de la Generalidad respecto de las arcas del Estado, me refiero. La soberanía está bien y los proyectos secesionistas resultan muy atractivos para una masa de votantes educada en el martirologio colectivo a manos de una potencia opresora. En términos electorales, el rédito de los partidos defensores de un proyecto tan ilusionante es muy abultado, como apuntan ya la mayoría de sondeos.
Sin embargo, no conviene tragiversar las palabras de Artur Mas, cuando sugiere que hará realidad las aspiraciones soberanistas del cuerpo místico electoral de Cataluña pasando por encima de las leyes y de todos los tratados internacionales. Antes hay que hacer cuentas, y además hay que hacerlas bien, no sea que el resultado final no dé ni para mantener el trinque acostumbrado del tres por ciento en concepto de beneficio industrial.
Al final, constatada la inevitabilidad de mantenerse en España como única posibilidad para la supervivencia financiera, los dirigentes catalanes, en caso de que la tropa se empeñe, harán una consulta popular sobre la independencia, condicionada a que el resto de españoles les sigamos pagando religiosamente como hemos venido haciendo hasta ahora. Una vuelta de tuerca más en la sempiterna estrategia de amenazar con independizarse, que tanto pavor despierta en los políticos delestadospañol.
Sólo falta por comprobar si los partidarios de la independencia, casi la mitad de la población catalana, van a estar dispuestos a dejarsetragiversar con tanta desvergüenza cuando llegue el momento de la verdad. Sinceramente, espero que mantengan sus actuales convicciones con firmeza y, con Mas o sin Mas, alcancen sus últimos objetivos democráticos. Después de haberles estado robando durante tres siglos, como sostienen sus partidos más votados y sus periódicos más leídos, lo único que queremos muchos españoles es, encima, tragiversarlos. Somos crueles, pero no tanto.
Pablo Molina , LIBERTAD DIGITAL 11/11/12