Si las elecciones madrileñas se celebrasen ahora no se produciría ningún cambio sustancial. Isabel Díaz Ayuso obtendría exactamente el mismo porcentaje que alcanzó hace un año (44,8%), aunque el PP tendría un escaño menos, 64. Su lista seguiría colocando más parlamentarios en Vallecas que los tres opositores juntos: PSOE, Mas Madrid y Podemos (25+24+8) con la novedad de que los socialistas se quitan de encima el sorpasso de Mas Madrid y los podemitas pierden dos. El resultado es tanto más notable cuanto que a lo largo de este año, Ayuso ha tenido que aguantar las tarascadas unidas de la oposición a cuenta de una acusación tan poco fundamentada como el presunto encargo del Gobierno al hermano de la presidenta. El infundio fue tejido por los cerebros de La Moncloa y comprado con fe de carbonero por los cerebros que dirigían su partido: Casado y García Egea, que difundieron el bulo con un entusiasmo que pespuntearon el Código Penal, sin que hasta ahora se hayan ajustado las cuentas en su partido por la infamia. Los acuerdos con Rocío Monasterio tampoco la penalizan y mejoran a Vox en dos escaños.
Sánchez y Casado serán con toda seguridad los dos personajes más contritos de la política española ante las expectativas de Isa Ayuso. El presidente quiere los poderes del Estado que Montesquieu concebía separados como juntos y revueltos bajo la batuta directriz del maestro Ciruela que tiene su asiento en La Moncloa. Al magreo del Poder Judicial que el PSOE viene practicando con admirable virtuosismo desde la Ley Orgánica 6/85 del 1 de julio, hay que destacar el nombramiento de Dolores Delgado como fiscal general del Estado, un nombramiento que debería seguir los mismos pasos de homologación que la carrera de su novio, expulsado de la carrera judicial por prevaricador, según sentencia unánime del Tribunal Supremo. La causa estuvo en las escuchas ilegales que Baltasar Garzón ordenó para intervenir las comunicaciones de los reclusos de la trama Gürtel con sus abogados defensores.
Es una lástima que en el lío del Pegasus, no hayan podido meter en la Comisión de Secretos Oficiales a Baltasar Garzón Real, un especialista con tantos méritos como Mertxe Aizpurua, aunque con más estudios.
¿Qué decir de Meritxell Batet? La foto que mejor expresa su entrega a Sánchez es el abrazo y el arrobo en la campaña del 26-J. “La Dolores Delgado del Congreso de los Diputados”, como la bautizó acertadamente Macarena Olona, al tiempo que señalaba algunos de los convolutos jurídicos que esta profesora de Derecho Prostitucional (por decirlo con la terminología de Olona) ha protagonizado: la aceptación de los juramentos caprichosos de los diputados anticonstitucionales, la reforma laboral aprobada con fraude de ley, el intento de mantener en el Congreso al diputado Alberto Rodríguez, condenado por el Supremo después de patear a un policía, secuestrando en Congreso, como señaló el T.C. Hay algún caso más de alegría prevaricadora, como en su decisión de borrar del Diario de Sesiones del Congreso la calificación incuestionable de la actividad del padre de Pablo Iglesias.
¿Cómo no va a estar preocupado el Gobierno con la proximidad de las elecciones andaluzas? También debería estarlo Moreno Bonilla; todo hace parecer que Vox capitalizará el descontento del mundo rural y esperar que Juan Marín, el náufrago al que clavó la foto de Carlos García Pozo, no sé, me parece una esperanza débil. ¡Y con Macarena Olona enfrente!