Mikel Giménez-Vozpópuli
    Sánchez y Torra mantienen su reunión, pero será más bien una sesión de espiritismo porque, de los dos, al menos uno es un cadáver político

Ignoramos si la cita entre ambos políticos será alrededor del clásico velador de mármol, tan práctico para invocar espíritus del más allá, o si, por el contrario, lo harán sentados en el interior de un grimorio oportunamente dibujado con tiza en el suelo. Da igual, porque de lo que allí se trate no se derivarán más que consecuencias parapsicológicas, diríamos incluso que sobrenaturales, habida cuenta la condición mística de uno de los interlocutores. De todos es sabido que lo de Torra y el separatismo hace tiempo que dejó de ser un asunto político, entrando de lleno en el campo parapsicológico, con apariciones pujolianas incluidas o transmigraciones de cuerpos en maleteros que desaparecen en Cataluña y se materializan en Bélgica mediante propiedades taumatúrgicas.

Si, señoras y señores, hablar con Torra de lo que sea es un empeño similar al de buscar un hilo invisible de comunicación con el más allá, y conste que no nos referimos a Waterloo. Torra, apuñalado por Esquerra, quizá sea un cadáver con el que poco hay que tratar de los asuntos mundanos, aunque si mucho de los ultraterrenales. Ahí radica el interés del presidente al no anular su encuentro con una presencia espiritual poderosamente atractiva en su fantasmal condición de singular muerto viviente. Es president sin serlo, caminando cual zombi por moquetas oficiales sin haber dejado una mísera huella sobre ellas. Claro y corto: lo que ansía conocer el aprendiz de nigromante que es Pedro Sánchez no es más que saber si hay vida más allá del cargo, si existe un infierno para los políticos mentirosos o si tiene posibilidad de presentarse a unas primarias para ocupar el puesto de Todopoderoso.

Es president sin serlo, caminando cual zombi por moquetas oficiales sin haber dejado una mísera huella sobre ellas.

 

Atisbamos algún problema. En primera instancia, más allá de los golpecitos en la mesa, igual Torra, invocado por la decimonónica fórmula de “Espíritu, ¿estás ahí?” puede responder en catalán y para que queremos más, porque el doctor Sánchez no domina la vernácula fabriana. Recomendaríamos como médium a Miquel Iceta, oráculo infalible que domina tanto el idioma de don Ramón de Mesonero Romanos como el del Rector de Vallfogona con harto provecho. Con Iceta ante una bola de cristal, cayendo en trance constitucional, podrá vehicular las respuestas que vaya susurrando el espectro torriano.

Ahora bien, para comunicarse con presencias de otros mundos – Cataluña lo es, según los separatistas – un español debe conocer a dónde dirigir su concentración y ahí surge un segundo problema de cierto empaque. ¿Ha de buscarlo entre los presidentes de la Generalitat que han pasado a la historia, ha de buscarlo en Palau como si estuviera vivo, en el Parlament, donde ya no es diputado, en una manifestación de los CDR apretando y apretando? ¿Dónde se encuentra, dónde reside el espectro del inhabilitado Torra? Más aún, ¿puede ser convocado sin que medie sentencia en firme por parte del Supremo? Una vez subsanados los obstáculos del idioma y el lugar de búsqueda, el aprendiz de brujo socialista podría perfectamente inquirir todo cuanto le reconcome saber. Otra cosa es que obtenga las respuestas que busca, porque sabido es que los espíritus suelen ser retozones, cuando no maliciosos. Lo que viene denominándose duendecillos burlones desde épocas muy pretéritas, esos seres a los que no pocas mozas lozanas y prietas de carnes acusaban de pellizcarles los muslos por las noches entre risas y algarabía. Incluso hubo quien acusó a uno de ellos de ser padre de tres robustos chiquillos, aunque quizás eso sea exagerar las potencias del otro mundo, e incluso las del nuestro.

Por si las dudas, hágase la reunión, levántense oráculos, figuras y horóscopos, escrútense vaticinios y cartas y dispongan el aquelarre que deseen, porque no otra cosa se puede esperar de quien no tiene el menor reparo en trocear la soberanía de su país por mantener su posición de privilegio ni de quien quiere arrebatarle una parte nuclear del mismo para consolidar sus privilegios de casta.

A ver si en vez de un fantasma serán dos. Se han dado casos, afirmo.