ABC 17/02/13
· Los partidos, además de investigarse entre sí, usaron Método-3 para «asuntos internos».
En el año 1996, cuando en Cataluña aún pervivía el mito del «oasis», un partido ordenó que se hiciese un «barrido electrónico» de su sede en Barcelona. Nadie esperaba sorpresas, pero sí las hubo. Se encontraron hasta dos micrófonos, según explica a este diario un dirigente de la formación, tan sorprendido de que el espionaje y el juego sucio estuviesen instalados en el corazón del sistema político catalán. El episodio de los micrófonos en la sede del partido se cerró sin que saliese a la luz, al contrario de lo sucedido con la trama destapada en los últimos días, un escándalo que ha dinamitado el ya muy deteriorado clima en Cataluña de confianza entre los partidos, y dentro de los mismos, imprescindible para el funcionamiento de una democracia más o menos sana.
«Esto lo cambia todo. Sin un mínimo de lealtad es imposible la política», asegura otro dirigente que, como el resto de sus colegas y otras personalidades vive estos días en estado de paranoia permanente, evitando hablar por teléfono móvil, buscando «líneas seguras», como en una mala película de espías. La paranoia, hay que decirlo, parece justificada a tenor de lo que se va conociendo de un escándalo que, aún sin bautizar, bien podría conocerse como el «Camarga gate», en alusión al nombre del restaurante donde comenzó a destaparse.
Un micro entre las flores
En el corazón del Ensanche de Barcelona, La Camarga es un restaurante de tipo medio, con reservados, habitualmente frecuentado por periodistas y políticos, especialmente del PP, ya que su sede queda a pocas calles. Fue en uno de sus salones donde el 7 de julio de 2010, la presidenta del PPC, Alicia Sánchez-Camacho, almorzó con Maria Victoria Álvarez, Vicky, exnovia de Jordi Pujol Ferrusola, hijo del expresidente de la Generalitat. En el centro de la mesa, el jarrón con flores escondía un sofisticado micrófono que, al parecer, no sólo grabó ese día sino que estuvo operativo al menos un mes.
La conversación, además de sobre asuntos íntimos que ayer comenzaban a filtrarse, se centró en los supuestos manejos de Jordi Pujol jr. con bolsas llenas de dinero negro saliendo y entrando de Andorra, una denuncia que una despechada Vicky ratificaría dos años después en sede judicial.
Los encargados del operativo de escucha, dos «agentes» de Método-3, la agencia de investigación en el centro del huracán y que habría actuado por encargo del exsecretario de Organización del PSC, José Zaragoza, interesado en recopilar datos que incriminasen a una CDC en ese momento acorralada por el caso Palau. Lo que en un primer momento parecía un caso gravísimo, pero limitado, de espionaje político —denunciado ante la Justicia por el PPC— ha acabado por tomar cuerpo, transformándose en una tupida trama que, más que una película de espías deviene sainete, donde todos se espían entre todos, también internamente, y en la que el círculo de espiados se amplía a empresarios, jueces, periodistas y figuras de la prensa rosa.
Ayer se conocía que el expresidente de la Generalitat José Montilla, el presidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González, el comisarío europeo Joaquín Almunia o el empresario Gerardo Díaz Ferran podrían estar entre los investigados por Método3. También trascendía que el consejero de Empresa Felip Puig habría sido investigado por su propio partido, en este caso por orden de Germà Gordó, consejero de Justicia. Sin embargo, el director general de Método-3, Francisco Marco, declaró el viernes voluntariamente ante la Policía. Según Ep, Maro no aclaró si existieron encargos de partidos catalanes para investigar a otros y se desentendió de la supuesta trama de espionaje político.
El antecedente del Barça
Si una parte de las investigaciones parece tener su origen en encargos concretos, otra parece responder a la iniciativa de Método-3, que se dedicó a elaborar «dosieres» que ahora, como explicaba una fuente conocedora del caso, estas últimas semanas están circulando por Barcelona con objeto de ser vendidos, en primer lugar a los afectados o a quien pudiera interesar. La agencia Método-3, y extrabajadores descontentos, estarían en el origen del mercadeo de unos expedientes que, por lo que se ha conocido, son en su mayoría recopilaciones de informaciones más o menos conocidas y rumores.
En toda la trama aparece como figura clave Xavier Martorell, militante de CDC y director de Prisiones de la Generalitat, a quien se atribuyen los encargos de investigaciones internas dentro del partido, y que sería el enlace con Método-3. Martorell ya era cliente de la agencia cuando en 2008 se ocupaba de la seguridad del Barça y en el apogeo del laportismo, se ordenó espiar a cuatro vicepresidentes del club.
La Policía está investigando a fondo tanto para hacerse con los dosieres de que aún no dispone como para analizar los expedientes que esta semana entregó un extrabajador de la agencia. En todo caso, las sorpresas van a proseguir en un escándalo que impacta de lleno en el sistema político catalán, y de manera especial en CiU y el PSC. De hecho, y como adelantaba ayer ABC, durante el último año del segundo tripartito, en 2010, Método-3 recibió subvenciones por valor de 45.000 euros en concepto de ayudas a la innovación e internacionalización, una ayuda que se sumaba a los 30.000 que cobró de la administración por elaborar un sorprendente informe sobre el cultivo de la avellana.
A estas alturas, y al margen de lo que trascienda de la investigación policial, y luego la judicial, nadie parece ser capaz de adivinar el verdadero volumen de un caso que ha convertido el fangal de la política catalana en un escenario para Mortadelo y Filemón.
ABC 17/02/13