Espíritu aventurero

ABC 30/11/12
MANUEL JABOIS
CONCLUYE el Gobierno que en España se emigra también por espíritu aventurero, como si el paro fuese la Ruta Quetzal. Pero espíritu aventurero queda ya poco porque se gastó todo en votar al PP, que fue como meterse en el Amazonas a medianoche bailando la conga. El depósito de aventura que quedaba en los fondos reservados lo terminó por dilapidar Mas tratando de levantar el telón de acero que fue a buscar a Moscú, donde le dieron una rueda nueva para hamsters con la que seguir dando grandes pasos hacia la soberanía (EL MUNDO insistía ayer en atizar al president subiendo a su edición digital el vídeo de una anaconda regurgitando la independencia, que como nos temíamos tiene forma de ternero hermoso). Básicamente espíritu aventurero es estar de vacaciones en el cuerno del mundo, rodeado de negros, y acabar enrollándote con una de Pontevedra, y que además sea tu mujer: eso es espíritu aventurero. Poca aventura hay sin embargo en irse ahora de España, cuando un billete de avión en business es un producto de primera necesidad y casi un deber cívico. «Quédese usted a levantar el país», le dicen, y se queda usted a ver cómo se levantan los unos a los otros en arquitectura churrigueresca. Visto el espectáculo, hubo uno que marchó a Ucrania a firmar un contrato de 850 millones de euros en nombre de Gas Natural. En lugar de ponerlo a dirigir la empresa, allí han dicho que no lo conocen de nada. Se hace llamar Jordi Sardá Bonheví. Lo he buscado en Google para hacerme amigo de él en todas las redes sociales que existan e incluso fundar una nueva para los dos solos, pero las únicas referencias son al «fiasco» con el que titula el fraude el FinancialTimes. Desde 1492 no salía un aventurero mayor de España, y para el que sale es borrador fantasma, que diría El País, y catalán. Estamos últimamente de una transparencia que damos miedo.