Fernando Navarro-El Español
  • Desde hace unas semanas, la derecha y la ultraderecha se han enfocado en el sabotaje a las infraestructuras, sin duda para dar la impresión de que este Gobierno es propenso al mal funcionamiento y a la chapuza.

¿Qué me parece (me pregunta usted) la noticia que dice que Santos Cerdán podría haber intervenido en adjudicaciones de obra pública?

Le agradezco mucho que me haga esta pregunta.

Verá, la democracia en España se encuentra seriamente amenazada. No es exagerado afirmar que la España que yo presido se enfrenta a un problema existencial.

El problema, ustedes lo saben bien, es que la derecha nunca ha llegado a aceptar la democracia.

La Transición no fue más que un espejismo o, si lo prefieren, un disimulo. Pero en todos estos años la derecha no ha podido renunciar a su nostalgia del franquismo.

Es por esa razón, para combatir esa nostalgia, por lo que he programado cien actos para recordar el franquismo, y por lo que hay ahora un ejército de comunicadores, politólogos y otros cómicos empeñados de forma abnegada (y a cambio de una retribución meramente simbólica) en educar a la ciudadanía en el peligro que supone votar a la derecha.

Pero la derecha no ha aceptado el resultado de las últimas elecciones a pesar de que, como anuncié tras el recuento electoral, «somos más». Somos más los partidos que (como EH Bildu, ERC, PNV, Junts o la miríada de partidos nacionalistas que componen Sumar) no tenemos otro afán que defender España, su democracia y sus instituciones.

Y por eso (como ayer recordaba el leal Oscar López) la derecha ha organizado una durísima campaña contra este Gobierno «por tierra, mar y aire».

Para empezar, en los medios de comunicación. No voy a insistir en este punto porque conocen perfectamente la maquinaria de producir bulos que la derecha ha puesto en marcha a través de sus pseudomedios. Empeñados inútilmente en oscurecer la inmaculada gestión de este Gobierno con la sombra de la corrupción, de la arbitrariedad y (por qué no decirlo) de la lujuria, han convertido la política en un lodazal.

La defensa ante este ataque, nuestros votantes lo saben perfectamente, es taparse los oídos ante estos cantos de sirena fascistas y consumir exclusivamente el relato elaborado por los medios oficiales y de confianza.

Pero la campaña contra la democracia y el progreso orquestada por la derecha no se ha limitado a los medios. También se organizan acciones sobre el terreno.

Sin duda todos ustedes recuerdan que mi propia seguridad se vio comprometida en Paiporta, mientras visitaba a los vecinos afectados por las inundaciones provocadas por Mazón desde El Ventorro.

Allí, un comando de la ultraderecha, actuando claramente con los métodos de las Waffen-SS, sometió a la comitiva presidencial a un ataque de tal dureza que, a pesar de mis esfuerzos personales, se vio obligada a replegarse y abandonar la posición.

Desde hace unas semanas, además, la derecha y la ultraderecha se han enfocado en el sabotaje a las infraestructuras, sin duda para dar la impresión de que este Gobierno es propenso al mal funcionamiento y a la chapuza.

Estos saboteadores han conseguido dominar las nuevas técnicas de guerra híbrida, y lo mismo provocan un apagón masivo (con la inestimable ayuda de los «operadores privados» y los ultrarricos, empeñados en mantener sus privilegios) que te roban el cobre y ocasionan colapsos en la vía férrea.

Afortunadamente, la sociedad española es la más cívica del mundo y aprovecha estos atentados para confraternizar, tomar cervezas y organizar coreografías en las vías.

¡España será verde y musical o no será!

Pero la insidia de la derecha ya ha rebasado nuestras fronteras, y ahora parece existir una verdadera Internacional Ultraderechista, una Fachintern podríamos decir.

¿Cómo, si no, se explican ustedes lo de Eurovisión?

¿Cómo es posible que el «voto popular» haya burlado la valiente campaña que nuestra Televisión Española (hay que ver lo aguerrido que es su presidente, a pesar de su cara de pajarillo) ha dirigido contra Israel y la petarda de su concursante? ¡Menuda pájara!

He ordenado una auditoría. Porque no podemos descartar que la ultraderecha española actúe sincronizada con el Mossad.

Y hablando de síncronas y asíncronas, todavía no descarto que el apagón que dejó a oscuras a España y Portugal fuera el resultado de un ciberataque.

Por cierto, me recomiendan algunos que, para investigar más eficazmente toda esta malévola conjura, encargue la dirección del CNI a Tezanos (Bolaños, con su habitual gracejo, propuso bautizarlo como el Tezeneí, jajajá)

De modo que permítame que conteste sin ambages a la pregunta que me ha formulado: creo que es el momento de expulsar a Israel de Eurovisión.