Fernando Navarro-El Español

«Esta es la tierra de las mariposas amarillas, de la belleza de Remedios, pero también de los coroneles Aurelianos Buendía, de los cuales soy uno de ellos, quizás el último. Yo no estrecho mi mano con esclavistas blancos Me matarás, pero sobreviviré en mi pueblo».

ChatGPT nos aclara que Remedios no es una señora, sino la provincia en que nació Gustavo Petro, que se puso así de estupendo ante Donald Trump cuando este anunció la devolución de emigrantes ilegales colombianos a Colombia.

Una hora más tarde, pasados los efectos del lirismo, el propio Petro facilitó aviones oficiales para la deportación.

Poco después, Pablo Iglesias dio una entrevista en la que afirmó que hay que acabar con la independencia del Poder Judicial y de la prensa (algo que siempre ha defendido con mayor o menor disimulo), pero añadió que es para evitar que Pedro Sánchez acabe frente a un pelotón de fusilamiento (¡como otro Aureliano Buendía!) junto a su mujer, su hermano y el propio Pablo Iglesias.

Por su parte, Juan Carlos Monedero, otro de los fundadores de Podemos, dijo que Nicolás Maduro es un «policía humanista». Lo hizo en la cárcel del Helicoide, el centro de torturas que el policía humanista reserva para sus opositores. «Hoy les planteo la necesidad de que en la policía haya filósofos policiales. Desde su mirada y experiencia, ellos pueden hacer valer los derechos fundamentales».

«Si Monedero hubiera nacido antes, habría dado una charla en Auschwitz o en el gulag acerca de los campos de concentración humanistas», resumió el filósofo chileno Fernando Mires.

El presidente de Irlanda, por su lado, conmemoró la liberación de Auschwitz haciendo una referencia a los gazatíes. Cuando se atrevieron a objetar que meterse con los judíos actuales no es la mejor manera de homenajear a los judíos asesinados en el pasado, los judíos presentes fueron echados a patadas de la conmemoración.

En España, más modestamente, el portavoz del PSOE en la Comunidad de Madrid comparó esta celebración con la de la muerte natural de Franco, y recriminó al PP que no se apuntara a cada uno de los cien saraos previstos.

Ah, y la directora del CNIO se comparó ella misma con los judíos perseguidos, aunque de donde parece haber escapado es de la película Cristal Oscuro.

Mientras tanto, el ministro Ángel Luis Torres aulló en un mitin que quiere que su hijo tenga más oportunidades que él, que sólo ha llegado a presidente de Canarias y ministro. La culpa, al parecer, fue de Franco, que prohibió a su abuelo (el del ministro) enseñar a leer a su madre (la del ministro).

Mientras tanto, el inefable Esteban González Pons llamó «manada de gorilas» a los votantes estadounidenses, defendió que criticar a Trump es como ponerse delante de un tanque en Tiananmen y (animado por un lirismo similar al de Petro, o tal vez de otra marca o graduación), propuso que la Iglesia nombrara obispas como la de Washington. «¡Viva Aureliano Buendía y las mariposas de Remedios!», pudo muy bien añadir.

Trump situó a España entre los BRIC, es decir, en ese bloque antioccidental que incluye a Rusia, Irán y China. Ja, ja, que estúpido, dijeron los comentaristas antes de que Sánchez defendiera que lo mejor para enfrentarse a Trump es, precisamente, estrechar lazos con China. El problema surgió por la aportación a los gastos de defensa de Europa, donde España ocupa el último lugar.

A regañadientes, Sánchez se ha comprometido ante Mark Rutte, secretario general de la OTAN, a llegar al 2% del PIB en 2019. Largo me lo fiais, pensó Rutte. «Para entonces ya estará fusilado», pensó Iglesias.

Mientras tanto el Gobierno culpa a la oposición de que el propio Gobierno no apruebe decretos a pesar de que la oposición (contra la que los sindicatos van a manifestarse) le ha ofrecido sus votos.

¿Podía acabar mejor la semana? Sí.

«Habéis mezclado vuestra sangre con la española o maketa, os habéis hermanado y confundido con la raza más vil y despreciable de Europa». El que así hablaba era Sabino Arana, fundador del PNV cuya estatua (con aire de haber descubierto la penicilina) vigila la entrada de la sede.

Ahora, la Fundación que lleva su nombre ha comparado a este racista furibundo (que defendía el euskera como «el gran medio de preservarnos del contagio de los españoles y evitar el cruzamiento de las dos razas» y que prefería una Vizcaya destruida por un terremoto antes que poblada por maquetos) con Martin Luther King.

Es que ambos tuvieron un sueño, argumentó la presentadora.

«Sí, que no me comparasen con un negro», habría respondido probablemente Arana.