SANTIAGO GONZÁLEZ – EL MUNDO – 13/06/16
· Es decir, debate a cuatro en la campaña electoral. Ya había organizado la misma cadena otro debate a cuatro, el de las chicas, una dudosa aportación a la causa de las mujeres. Una de ellas, la que mejor estuvo en mi opinión, no era candidata. Por lo demás, los rasgos más característicos fueron que la número dos de la candidatura socialista por Madrid confirmó lo que ya se sabía de ella tras su paso por la política hace 20 años, que está un poco verde. Y que la número dos de Podemos, gran decepción, no aprovechó el momento para dar de mamar al niño.
Pablo repitió en el mitin de Barcelona el discreto morreo que se dio con Xavier Domènech en el Hemiciclo, pero mirando de reojo a la cámara. Era una escena que recordaba un poco a la de Jane Fonda en Klute, donde interpretaba a una call girl, que jadeaba con su cliente encima, mientras miraba discretamente el reloj. ¿Por qué él sí y Bescansa no? «Si una mamá tiene que criar a un bebé tiene que ir con él a todas partes», había dicho Carolina para explicar por qué llevó al crío a la sesión constitutiva del Congreso. Ya dije entonces que ella nunca lo llevaba a sus clases de la Facul, una gran ocasión para reivindicar la condición femenina y el papel de una madre, aunque no tan buena como un debate televisivo.
Woody Allen había sentenciado que «el sexo entre dos personas es una cosa hermosa; entre cinco es fantástica». No acabo de estar de acuerdo. No hay costumbre y el exceso de participantes tiende a distraer al personal. El 2 es un número adecuado para grandes encuentros. Ahora que se nos acaba de morir Muhammad Alí, vuelvan a ver su combate en Kinshasa contra Foreman, el combate del siglo, the rumble in the jungle e imaginen que también se hubieran subido al ring Joe Frazier y Ken Norton. Tres son multitud para según qué asuntos y ya cuatro ni les cuento. La multitud no garantiza el espectáculo y propicia la confusión.
No creo que Rajoy haya acertado al imponer el debate a cuatro como único formato posible. Es verdad que el bronco aspirante mostró muy malas mañas en el anterior, pero no hay nada que no hubiera podido resolver, pidiendo incluso la intervención del moderador frente al insulto. El debate a cuatro remite a La vida de Brian. Brian se acerca a los militantes del Frente Popular de Judea. Stan, el jefe de la célula le advierte: «El que quiera entrar en el FPJ tiene que odiar de verdad a los romanos». «Yo les odio», responde el meritorio. «¿Ah, sí? ¿Cuánto?». «Mucho», dice Brian, lo que convence a Stan: «Vale. Admitido».
Puede ser que en el tumulto se confundieran todos, pero también podría ser que compitiesen los otros tres por ver quién odia más a Mariano Rajoy. O quién es más incompatible; Albert se conformaría con el desdén, relajando la incompatibilidad que mantenía hasta ahora, cuando se creía autorizado a exigir cómo deben organizarse los demás partidos, esas primarias que a veces él se salta, y a quién deben tener de líder.
Pedro y Pablo tienen motivos suficientes para considerarse adversarios máximos entre sí. Después de todo, la totalidad de las encuestas dan por sentado que Mariano va de primer y Pablo de segun. En los mítines del PSOE, Pedro y César, su segundo, auguran la victoria socialista, aunque no sé si con mucho fundamento. Esta noche, en la Academia de Televisión veremos a Pedro disputarle a Pablo la segunda plaza, aunque no sabemos por qué procedimiento: si le va a declarar su adversario principal, o se conformará con acreditar que él odia más al romano Rajoy, el enemigo.
SANTIAGO GONZÁLEZ – EL MUNDO – 13/06/16