ABC – 12/04/15
· El presidente norteamericano confía en que la apertura traiga el cambio a La Habana, pero Castro se reafirma en el inmovilismo del régimen cubano
· Terrorismo: Obama todavía no ha decidido si sacará a Cuba de los países que promueven el terrorismo mundial.
La esperada entrevista entre Barack Obama y Raúl Castro fue escenificada ayer en la VII Cumbre de las Américas de Panamá como el intento de ambas partes de abrir una era de pragmatismo en las relaciones entre Estados Unidos y Cuba extensible al resto del continente. El presidente estadounidense extendió la mano al conjunto de Iberoamérica –«los días en los que nuestro país podía hacer aquí lo que quería son algo del pasado», afirmó–, pero no todos correspondieron con una misma proclamación de apertura. En su primera asistencia a una Cumbre de las Américas, Cuba dejó claro que no quiere lecciones sobre derechos humanos, mientras que Venezuela torpedeó la aprobación de una declaración final porque no recogía su deseo de que incluyera fuertes críticas a Washington.
Finalmente, Obama y Castro se reunieron en una pequeña sala del centro de Convenciones durante una hora. «Obviamente es un encuentro histórico», comentó Obama para romper el hielo, mientras que un sonriente Castro pidió calma. «Estamos dispuestos a hablar de todo, pero necesitamos ser pacientes, muy pacientes», advirtió. El primero en hablar fue Obama, quien comentó que «es el momento de que Estados Unidos trate algo nuevo», y añadió que «estamos en disposición de ir adelante». Reconoció que va a haber «profundas y significativas» diferencias entre ambos países. Después, Obama incidió en que aunque Cuba «no es una amenaza» aún no había tomado la decisión de sacarlo de la lista de países que promueven el terrorismo mundial.
Luego pasó a hablar Raúl Castro, quien aseguró estar de acuerdo con todo lo que Obama le había trasladado. «Podemos discrepar hoy en algo sobre lo que podemos estar de acuerdo mañana», declaró. Y ambos se levantaron y se estrecharon las manos.
Todos los asistentes alabaron que los 35 países del hemisferio occidental puedan sentarse a una mesa. El presidente de Colombia, Manuel Santos, indicó que la incorporación de Cuba a la cumbre «cumple el sueño de Bolívar de reunir a todos los países del hemisferio, sin excepción».
El Papa pide reconciliación
Un anhelo de reconciliación al que se unió el Papa Francisco, quien manifestó su deseo de que la Cumbre abra «un diálogo sincero» que supere diferencias y afronte «con realismo» los problemas del continente, como la desigualdad o la inmigración. «Me gustaría manifestarles mi aliento para que el diálogo sincero logre esa mutua colaboración que suma esfuerzos y supera diferencias en el camino hacia el bien común», afirmó en una carta.
Previamente, Obama y Castro se tendieron la mano, pero ambos hablaron en registros muy distintos cuando tomaron la palabra en el plenario. Al compromiso del presidente de EE.UU. de diálogo con Cuba para así «abrir un nuevo capítulo de implicación» en Latinoamérica en el que también se respeten los derechos humanos, el presidente cubano respondió que la isla utilizará la distensión que traerá ese diálogo para «perfeccionar nuestro socialismo y consolidar los logros de la revolución». Uno habló de cambio, otro de inmovilismo.
Obama miró hacia adelante: «La Guerra Fría ha terminado. No estoy interesado en disputas que empezaron antes de que yo naciera». El presidente estadounidense reconoció que «seguirán las diferencias de fondo», pero dijo no estar interesado en seguir «prisioneros del pasado» mediante la discusión de viejas rencillas: «Nuestro foco está en el futuro; no estamos interesados en la ideología, sino en el progreso; no en discusiones teóricas, sino en el desarrollo de los pueblos. Con el tiempo es posible que podamos pasar página».
Castro tuvo palabras de aprecio personal hacia Obama, pero su intervención fue una cerrada defensa del régimen cubano. Alegando que La Habana había sido excluida de las seis previas ediciones de la cumbre, advirtió que los ocho minutos que le correspondían los multiplicaría por seis. La advertencia iba en serio; incluso se excedió: habló una hora. Obama, quien mascó chicle durante la intervención, también había hecho esperar a los asistentes, pues su demora en llegar al acto obligó a retrasar su comienzo 45 minutos.
El presidente cubano hizo un pormenorizado repaso de la historia de injerencias de EE.UU. en Cuba. Aseguró que el mismo día en que Kennedy fue asesinado llegó a Cuba un mensaje suyo en el que pedía abrir el diálogo. Tras lo que sugirió que después del asesinato surgieron fuerzas en EE.UU. que quisieron mantener a toda costa la presión sobre la isla. Castro pidió perdón por su encendido tono. «Pido disculpas al presidente Obama porque él no tiene ninguna responsabilidad en todo esto. El es un hombre honesto, y eso se debe a su origen humilde». Tras su ajuste de cuentas histórico, pidió a todos los países que apoyen a Obama en sus esfuerzos para que el Congreso de EE.UU. revoque el bloqueo de Cuba.
ABC – 12/04/15