ISABEL SAN SEBASTIÁN-ABC
- Armengol obedecerá las órdenes de Sánchez en castellano y catalán, lo cual constituye un plus dadas las circunstancias
Si usted votó al PSOE el pasado 23 de julio en Tarragona o Gerona, ha sido estafado. Su papeleta ha ido a parar al saco de Puigdemont, a fin de permitirle tener grupo propio en el Congreso, con todo lo que ello conlleva en términos de mayor presupuesto, más intervenciones en plenos y comisiones, dinero fresco para colocar amigos y poder. La suya y otras 120.500 y 93.000 respectivamente, añadidas a las obtenidas por Junts en aras de sumar el 15 por ciento del voto en Cataluña que exige el reglamento del Congreso como requisito ineludible para la obtención de los privilegios descritos. Existen otras vías de acceso a la codiciada condición, pero quedaban fuera del alcance del prófugo tras su formidable batacazo electoral, incluso retorciendo dicho reglamento hasta volverlo irreconocible, como ha hecho Francina Armengol, colocada en la Presidencia de la Cámara precisamente con ese propósito. Al igual que su predecesora, Meritxel Batet, obedecerá las órdenes de Pedro Sánchez en castellano y catalán, lo cual constituye un plus dadas las circunstancias.
Si votó al PSOE el pasado 23 de julio con la intención de respaldar a un partido español en detrimento de los separatistas echados al monte del golpismo; si optó por el voto útil a la formación constitucionalista con más posibilidades de vencer allí al independentismo irredento, sepa que ha conseguido exactamente lo contrario. Los dos diputados del puño y la rosa electos en Tarragona y sus compañeros de Gerona han sido cedidos, precisamente, a quien proclamó unilateralmente la independencia y salió huyendo después escondido en el maletero de un coche. Al caudillo que no solo no se arrepiente, sino que ha puesto a su apoyo el precio de una amnistía y un referéndum de autodeterminación sin encaje posible no ya en nuestra Carta Magna, sino en cualquier democracia que se respete. El heredero de Pujol, cuya gigantesca trama de cobro de comisiones llegó a ser denunciada por el propio Pasqual Maragall en el parlamento catalán. Una fuerza racista («el español es la lengua de las bestias», dejó escrito Torra, alter ego del fugado al frente de la Generalitat), corrupta, supremacista y contraria a la legalidad. Un dechado de virtudes en cuyo seno habrán de acomodarse los cuatro parlamentarios trasplantados cual piezas del mobiliario, haciendo mangas y capirotes de todo lo que dijeron, criticaron, propusieron y prometieron cuando estaban en campaña y querían conseguir su voto; ese que ahora traicionan por mandato de la superioridad, porque la alternativa sería presentar una dimisión honrosa y el honor es un concepto cuyo significado ignoran.
Si votó al PSOE el 23J en Tarragona o Gerona, le satisfará saber (o no) que su papeleta ha resultado decisiva para rescatar a Sánchez de su abultada derrota, aunque sea convirtiéndolo en rehén de quien intentó despojarle a usted de la nacionalidad española.