- Los españoles no podemos tratar el enésimo escándalo del gobierno socialista de Pedro Sánchez como si fuera una maldición divina que uno debe soportar resignadamente.
Esta columna será breve, por si se vuelve a ir la luz y me deja a medias.
Este apagón, el mayor de la historia de España, no podemos amortizarlo los españoles con cuatro chistes en las redes sociales y el habitual cachondeo con el camarero en la barra del bar.
Por una vez, hemos de creernos que somos una nación de ciudadanos y no de súbditos.
Que el señor feudal vea a la muchedumbre frente a la puerta de su castillo por primera vez en años. Que sepa que la hacienda, el patrimonio y los derechos de los españoles no le pertenecen a él. Que son indisponibles por su persona.
Que los españoles tienen cerebro y orgullo.
Los motivos son varios.
1. El apagón en sí
La imagen tercermundista que dio ayer el Gobierno de España (no España ni los españoles, sino el Gobierno) no puede trasladarse a los ciudadanos.
Ayer fue la imagen del Gobierno la que quedó por los suelos. Hoy será la de los españoles la que se arrastrará por el asfalto si nos quedamos mirando bovinamente los memes de X y fingiendo que esos memes son pequeños rasguños en la piel de elefante del presidente.
No, no lo son.
No son rasguños: son su coraza.
2. El segundo, la falta de información del Gobierno
Diez horas después del apagón, el Gobierno seguía sin explicar su porqué o de garantizar la hora exacta a la que volvería la electricidad a los hogares españoles.
«La luz volverá cuando vuelva y lo sabrán porque la oscuridad habrá desaparecido». Eso dijo Pedro Sánchez, más o menos, a las 23:00 de la noche.
Información de calidad.
3. El tercero, el recochineo
El mismo presidente de un Gobierno que reconocía no saber contra qué estaba luchando, que se estaba comunicando por X a cuentagotas y sin aportar mayor información útil a los ciudadanos, aprovechó el desconcierto para lanzar su enésima campaña de publicidad contra unos bulos que nadie había visto, y que si había visto no se creía.
Porque no hay crisis que Sánchez no aproveche para colarnos su desinformación.
¿Pero cómo no va a haber bulos, Pedro, si tú no aportas más que perogrulladas?
Alguien que no sea la prensa gubernamental deberá llenar ese vacío, digo yo.
Y el vacío lo van a llenar los rumores y las opiniones aventuradas. No los bulos. Sino las especulaciones, que son otra cosa.
Con la poca información disponible, los ciudadanos, dejados de la mano de Dios, harán su propia composición de lugar. Es inevitable.
Y tú, Pedro, lo sabes. Y mientras lo criticas, lo fomentas. Porque el caos es tu zona de confort y necesitas sembrar el desorden y el desconcierto para medrar.
Por eso criticas los bulos mientras generas un agujero negro informativo que luego tú amortizarás con un «¿veis?, ya os lo decía yo: bulos».
Y frente al vacío informativo de un Gobierno que sólo nos decía lo que nosotros ya podíamos ver por nuestra cuenta por la ventana de nuestras casas («ha vuelto la luz», «no ha vuelto la luz»), algunos rumores se aproximaban mucho más a la verdad, por fuerza, que el silencio de Pedro Sánchez.
Horas antes del Gran Apagón, Beatriz Corredor, la presidenta de Red Eléctrica, jurista de profesión y exministra de Vivienda del PSOE (de Vivienda, nada más y nada menos, otro de los muchos sectores que el socialismo ha arrasado en España), tuiteaba sobre Donald Trump.
Porque para los españoles era mucho más importante el enésimo «Trump es la mayor amenaza que existe hoy para las democracias occidentales» que garantizar que Red Eléctrica, cuya propiedad pertenece en un 20% a la SEPI (es decir, al Estado), suministrara electricidad a los hogares españoles.
¿Alguien vio ayer a Beatriz Corredor en la tele o en las radios, dando explicaciones?
Yo tampoco.
Y eso que Sánchez le dio la presidencia de Red Eléctrica por sus dotes comunicativas.
Sería por sus dotes comunicativas antifascistas. De energía, electricidad, suministro y apagones que informe otro. Algún técnico ignoto al que ahora dimitirán y aquí paz y después gloria socialista.
No, los españoles no podemos tratar el enésimo escándalo del gobierno socialista de Pedro Sánchez como si fuera una maldición divina que uno debe soportar resignadamente. Un apagón de este calibre cuesta miles de millones de euros, interrumpe nuestras vidas y, sobre todo, alimenta unos riesgos de seguridad, interior y exterior, que bajo ningún concepto podemos tolerar. La seguridad es la principal (algunos, como yo mismo, opinamos que la única) de las responsabilidades de un gobierno democrático. La que fundamenta el pacto social entre gobernantes y gobernados.
Sin seguridad (personal, territorial y energética) el Estado es sólo un señor feudal asaltando a dentelladas nuestro salario a cambio de un presidente que nos dice que se ha ido la luz; que la luz volverá poco a poco aunque no sabe cuándo; y que desconoce los motivos del apagón.
Lo mismo que podía decir el español más desinformado de España en ese mismo momento.
Lo mismo.
Así que no. Sea un ciberataque, sea un fallo técnico de Red Eléctrica o sea, como apuntan ya varios analistas, una consecuencia inevitable de la apuesta de los burócratas europeos y españoles por las energías «limpias» y su temor reverencial, perfectamente cavernícola, a la nuclear, esto no puede amortizarse con media docena de chistes y tres o cuatro memes sobre Corredor y Sánchez.
Esto es grave.
Y por una vez, aunque sólo sea por una vez, los españoles nos hemos de comportar como miembros de una democracia del siglo XXI, no como campesinos del señor feudal de turno resignándose al derecho de pernada.
Del socialismo se sale.
Y el líder de la oposición, a demostrar que sabe hacer algo más que describir lo que los españoles ya estamos viendo con nuestros ojos sin aportar la menor solución efectiva, eficiente y eficaz, y no meramente retórica, al entuerto.
Porque para eso ya está el presidente del Gobierno.