IGNACIO CAMACHO-ABC

LOS DEDOS ROTOS

SI el PP creyese de veras en Cristina Cifuentes retaría a Ciudadanos a secundar la moción de censura contra ella. A echarse en brazos del PSOE y de Podemos cuando muchos electores del centro-derecha están decididos a votar a Albert Rivera: a consumar un suicidio político que provocaría un terremoto en las encuestas. En el delicado equilibrio multipartidista de Madrid, Cs también debe de medir con cuidado sus fuerzas. El master gate le viene bien para desgastar a la presidenta pero si apuesta demasiado fuerte se puede pasar como en el juego de las siete y media. Por eso busca una salida «a la murciana» en la que sean los propios populares quienes entreguen la cabeza. El marianismo, tan aficionado a la resistencia, está en condiciones de jugar fuerte a sabiendas de que su rival/aliado también corre el peligro de meterse en un problema. Sólo que para eso necesita creer a la principal interesada en defender su inocencia.

A Cifuentes, que aún puede disolver la Asamblea hasta finales de mayo, le queda un año de mandato, un tramo relativamente asequible de recorrer arrastrando los pies incluso sin sostén presupuestario. La moción requiere mayoría absoluta para prosperar, es decir, que no sale sin el apoyo del grupo de Ignacio Aguado. A éste le basta con abstenerse y pasar a la oposición sin mancharse las manos, pero el PP seguiría en el poder; una batalla dura, un via crucis inestable y árido, que el partido va a sufrir en cualquier caso porque al eventual sustituto en la presidencia le espera un calvario. Si el cierre de filas de la convención nacional era sincero habría que mantenerlo hasta que una evidencia incontrastable, o una imputación judicial, obligase a levantarlo.

La cuestión es que la dirección nacional no tiene confianza porque desconoce las claves del escándalo. Y las desconoce porque Cifuentes se niega a revelarlas por si se ve obligada a comparecer en un juzgado. Por tanto, el respaldo concedido es meramente provisional, condicionado a la versión actual y hasta que los acontecimientos demuestren lo contrario. Las cosas pueden cambiar en cualquier momento a tenor de cómo pinten los colores del cuadro, y empiezan a pintar mal para cualquiera que no se llame a engaño. La prioridad consiste en aplacar a Cs, en tratar de que los naranjas no rompan el pacto, pero la expresión «todas las opciones abiertas» ya ha sido pronunciada, y eso supone contemplar todos los escenarios. Incluido el de un relevo para el que ya se barajan candidatos. A Paco Camps, que resultó inocente, también lo dejaron caer después de que Rajoy le mostrase con grandes efusiones su amparo.

Este fin de semana, el presidente tenía lesionados dos dedos. Y no se va a pillar los que le quedan sanos en ninguna puerta ni los va a poner por nadie en el fuego. Ya se los ha quemado otras veces y si se queda sin presupuestos le harán falta para firmar decretos.