‘Estimat’ Franco

SALVADOR SOSTRES, EL MUNDO 30/06/13

· Es justo lo que el independentismo quiere. Una manifestación, una concentración, un concierto. Encender con velas una estelada gigante, arropar en la plaza Sant Jaume al president que regresa de Madrid con un agravio más sobre el que construir la épica del pueblo maltratado. Ayer en el Camp Nou se hizo el enésimo simulacro de un pueblo que no quiere pagar ningún precio.

Flotaba en el ambiente una entrañable nostalgia de Franco. Nostalgia de aquellos años dorados del catalanismo –sin duda los mejores que ha tenido– en que éramos víctimas y teníamos razón, aquellos años en que la censura estilizó el verbo de los cantautores y correr delante de los grises dio vigor y sentido a toda una generación.

Al final uno acaba pensando que Franco hizo más por la cultura catalana, prohibiéndola, que la democracia y la inmersión lingüística favoreciéndola. El talento de entonces no ha sido ni remotamente superado por la infinita mediocridad de ahora. Los conciertos son también mucho peores y mucho menos emocionantes. El de ayer, una fiesta preadolescente de ganchitos y Fanta.

La única verdad es que, en el marco europeo, con la debilitación del ejército y la insólita fragilidad del Estado, si Cataluña no es hoy independiente es porque no le da la gana. El independentismo se conforma con un concierto de Lluís Llach aunque Lluís Llach esté retirado y convocando al poltergeist de Franco aunque lleve 38 años muerto y enterrado.

Si el precedente del concierto de ayer nació de la tozudería de Llach, que en 1985 quiso demostrar que todavía había público para cantar en catalán y fue el primero que consiguió llenar el campo del Barça; el evento de ayer fue la metáfora perfecta de la extrema incompetencia del catalanismo institucional.

En el contexto de un especial talento en el panorama musical catalán, Òmnium Cultural organizó un concierto soporífero y demencial, trufado de viejas glorias con más pasado que futuro y de jóvenes oportunistas cuyas carreras ya han muerto antes de nacer.

En un concierto en favor de la libertad y del derecho a decidir, los participantes no pudieron decidir lo que querían cantar, ni cómo ni con quién. El España nos roba tuvo también su réplica en el espectáculo, pues de un lado los artistas no tuvieron más remedio que actuar gratis y del otro, Lluís Llach, el más comunista de todos, se llevó una pasta en derechos de autor, puesto que la segunda parte del espectáculo consistió, absurdamente, en que diferentes artistas versionaran sus canciones. Los cantantes y grupos catalanes más significativos del momento declinaron participar en semejante patochada.

Franco al final no compareció, la policía tampoco cargó, y Lluís Llach está retirado y cantó sólo dos canciones. La que tenía que servir de colofón del acto resultó ser una de sus peores composiciones. Lamentable.

El independentismo se deshincha sin enemigo, y concretó ayer con su infumable concierto su falta de imaginación para construirse a partir del talento y de ideas positivas.

No falló la gente, que asistió masivamente al concierto, no falla el talento musical en Cataluña, ni la independencia es imposible como lo era al principio de la democracia. Falla la articulación política del catalanismo, siempre en manos de auténticos incapaces, y falta asumir que para ganar hay que sufrir y sacrificarse.

Con horteradas como la de ayer no se va a ninguna parte.

SALVADOR SOSTRES, EL MUNDO 30/06/13