Por Nicolás Redondo Terreros, presidente de la Fundación para la Libertad

ABC

El espectáculo que están dando hoy los independentistas en Barcelona es vergonzoso. Nos convierte en un país bananero y triste. Supone el final de un periodo que nació en 1978. Es bochornoso también para los ciudadanos que respetan las leyes y no renuncian al ejercicio pleno de su ciudadanía. Hoy hemos vuelto a ser una lamentable excepción en Europa. El circo de cuarta división que ha protagonizado Puigdemont y sus allegados, entre ellos los dirigentes de ERC que acaban de suscribir un ignominioso pacto con los socialistas catalanes convalidado por la ejecutiva federal del PSOE, nos devuelve a la España de «charanga y pandereta, de espíritu burlón y alma quieta» excéntrica y retrasada. Es como si una justicia poética, por encima de designios y voluntades, nos devolviera la peor España justamente en Barcelona, lugar que fuera epítome de la modernidad y el europeísmo.

Sabíamos la tendencia al sacrificio simbólico de los soberanistas que siempre han preferido una buena derrota a las victorias ganadas día a día en las que se basan los países prósperos y modernos. Sabíamos que esta escena sacrificial la ha venido soñando Puigdemont durante los últimos años. ¿Cómo desdeñar un calvario liviano y breve rodeado de multitudes que después se irían a comer para culminar el día festivo que les ofrecía su presidente en el exilio?

Pero no nos engañemos. Nada de lo que ha ocurrido hoy en Barcelona habría ocurrido sin el amparo y la colaboración activa de los socialistas y el Gobierno de España volviendo a abdicar de sus atribuciones más trascendentes retirando a los servicios de información de Cataluña. Aquel partido moderno, fuerte, en ocasiones pretencioso, ha devenido en un partido trasnochado, sin principios que defender, capaz de justificar todo con tal de que Sánchez siga bajo el palio de la presidencia. El paso de un partido institucional a una organización política desconcertante y gamberra.

Sin el insaciable apetito por el poder de Sánchez, nada de lo que ha sucedido durante los últimos años habría sido posible. Dinamitaron el Código Penal para excarcelar a parte de los protagonistas del golpe de estado que intentaron los independentistas. Rectificaron al Tribunal Supremo para mantenerse en el gobierno durante la legislatura pasada, dejando claro que la justicia no es igual para todos. En esta nueva legislatura, los socialistas de Sánchez han pedido perdón en nombre de todos los españoles por el golpe de Estado que dieron los independentistas. Y ahora, como no era suficiente, ofrecen a los independentistas la soberanía fiscal a costa de hacer añicos los principios de igualdad y solidaridad tan mencionados como desdeñados por estos jóvenes insaciables.

De Puigdemont, de Junqueras, de Illa, no esperaba nada. Pero lo que más me ha sorprendido durante estos años es la facilidad con la que Sánchez ha pervertido lo más nuclear y sagrado, primero del PSOE y luego de la España constitucional. En otras circunstancias bien distintas Arendt habló de la banalidad del mal, y en estos tiempos hemos visto cómo el silencio, la colaboración de personas que parecían intachables, ha sido imprescindible para lograr el destrozo que presenciamos de nuestro sistema constitucional. Sólo hace falta que no se haga nada, que el silencio se imponga para que las locuras más inverosímiles se conviertan en realidad…si además se presta una ayuda nada desinteresada estaríamos ante la situación que vivimos en España.

La ópera bufa que se ha desarrollado en las puertas del Parlamento autonómico catalán nos devuelve a la España negra. Y volvemos a ese pasado sin que lo queramos la mayoría. Volvemos a causa de la ambición desbordada de un personaje sin principios políticos y sin atributos morales. Esta vergüenza que sentimos la mayoría no la siente Sánchez, blindado ante los mínimos éticos y estéticos necesarios para representar a todos los españoles. Presidente: convoque elecciones cuanto antes, la vergüenza para los españoles es insufrible. Pero si el presidente del Gobierno sigue blindado a la vergüenza, debemos emplear todos los medios democráticos y pacíficos con los que contamos para defender a la mejor España, la que heredamos de nuestros padres.