Ignacio Marco-Gardoqui-El Correo
Lo de este Gobierno es extraordinariamente divertido. Logró los votos suficientes para conseguir la investidura en base a unas negociaciones complejísimas con un combo de partidos diferentes e incluso enfrentados entre sí. ¿La muestra? Después de la derecha, Junts es el mayor enemigo de ERC y viceversa y el PNV lo es de Bildu y a la inversa.
Tras dos meses de negociaciones enrevesadas logró los apoyos, pero, ¿es estable? No. Para poder durar está obligado a aprobar, mes a mes, unos duros y exigentes exámenes, algunos de los cuales se celebrarán en el extranjero y serán arbitrados por organizaciones también extranjeras, a través de personas desconocidas y probablemente extranjeras, con un orden del día secreto. Es evidente que el devenir del Gobierno español es un problema interno… como defendió ardorosamente el PSOE en la Eurocámara.
Eso no es todo. No ha pasado ni un mes y dentro del Gobierno han surgido ya enfrentamientos graves, como el que comentamos hoy, entre las dos primeras vicepresidentas, y discrepancias sonoras, con motivo de la posición española en la guerra de Israel con Hamás, que han salpicado a la propia UE. ¿Eso es todo? Pues no, porque también hay tiros dentro de Sumar, que es uno de los conglomerados que soportan al Gobierno, causados por el ninguneo hacia Podemos y la pérdida del empleo de sus anteriores ministras.
Bueno, pero hoy la cosa va de la dura respuesta dada por la vicepresidenta segunda a su superiora jerárquica, la primera en el escalafón. No solo no está dispuesta a que la señora Calviño se entrometa en lo que ella considera sus prerrogativas, sino que pretende aplicar taza y media de remedio frente a la propuesta de Economía.
Este ministerio propone endurecer la concesión de determinadas ayudas a los trabajadores en paro que renuncien a ofertas de empleo. Pues nada de eso. A pesar de que la idea tiene mucho sentido, ha despertado las iras de la señora Díaz, quien no soporta que nadie le pise el abrigo ni se cuele en su jardín.
Los subsidios por desempleo se extenderán a nuevos colectivos hasta ahora excluidos y se aumentará su cuantía hasta los 660 euros. Para que todo quede claro, la señora Díaz lanzó a la señora Calviño el peor insulto que se puede hacer a una miembro del Gobierno más progresista del mundo del progreso al acusarla de tener un claro sesgo ideológico y virar ¡hacia la derecha! ¿Se puede ser más cruel? No.