En Alsasua, Batasuna ratificó la propuesta de Anoeta que ellos mismos y sus primos de ETA hicieron fracasar en las conversaciones de 2006. Y tratan de vendernos como nueva la apelación al uso exclusivo de las vías «políticas y democráticas», las mismas palabras que Otegi suscribió en 1999 en el acuerdo con PNV y EA para apoyar al Gobierno de Ibarretxe.
Se dice de algunos generales que están perfectamente preparados para librar las contiendas del pasado y que cuando de verdad tienen que medirse en el campo de batalla se ven desbordados por las nuevas formas de combatir de los ejércitos que no habían previsto. Los dirigentes de Batasuna se han convertido también en avezados estrategas de guerras pasadas.
El documento presentado el pasado sábado en Alsasua constituye un ejemplo de libro de estrategia preparada para librar batallas pasadas que no se van a volver a repetir. Los dirigentes de Batasuna invocan ahora los ‘principios Mitchell’ que en Irlanda del Norte constituyeron las reglas que tuvieron que ser aceptadas por quienes participaban en el proceso de paz y que obligaban al abandono de la violencia y a aceptar el desarme.
Ahora, la izquierda abertzale considera que aquellas normas son algo valioso, pero cuando se estaban aplicando en Irlanda las despreciaba. La propia ETA, en el Zutabe 80, de septiembre de 1997, denunciaba que el proceso de paz del Ulster se estuviera centrando en la entrega de las armas, «una entrega que buscaban los unionistas y británicos mediante los ‘principios de Mitchell’». Para ETA, los ahora invocados ‘principios’ del senador norteamericano no eran más que una artimaña para desarmar al IRA.
Batasuna tiene que aceptar en sus documentos lo que hace unos años rechazaba, empujada por la ilegalización y la necesidad de volver a las instituciones, lo cual evidencia que la política antiterrorista de firmeza ha sido un elemento eficaz para hacer evolucionar al entorno de ETA. No se sabe si también a ETA, pero al menos sí a su brazo político. Pero se ve que no ha evolucionado lo suficiente porque su estrategia, la reflejada en la declaración de Alsasua, busca, además de un hueco para volver a la legalidad, restablecer un proceso de negociación política en el que la paz queda condicionada a la aceptación de las reclamaciones políticas tradicionales de ETA y su entorno.
En Alsasua, Batasuna volvió a ratificar la propuesta de Anoeta que ellos mismos y sus primos de ETA se encargaron de hacer fracasar en las conversaciones de 2006. Y tratan de vendernos como nueva la apelación al uso exclusivo de las vías «políticas y democráticas», como si Arnaldo Otegi no hubiera suscrito de su puño y letra las mismas palabras el 18 de mayo de 1999 en el acuerdo con PNV y EA para apoyar al Gobierno de Ibarretxe.
Hace veinte años, en los tiempos de Argel, una declaración como la del sábado tal vez hubiera significado algo. Ahora llega demasiado tarde porque lo que los ciudadanos esperan es el abandono unilateral de las armas de ETA como cuestión previa y no volver a negociar, una vez más, el precio del final del terrorismo. Y el Estado, reafirmado en su estrategia de firmeza por la sentencia de Estrasburgo, también.
Florencio Domínguez, EL CORREO, 17/11/2009