EL MUNDO – 26/10/15
· El Parlament abre hoy la legislatura, pero la CUP mantiene su veto a un ‘president’ debilitado.
El Parlament descorcha hoy la XI legislatura catalana, pero los 135 diputados salidos de las urnas del 27 de septiembre aún no saben quién presidirá la Generalitat. Artur Mas llega a la cita más debilitado que nunca: no ha conseguido de momento que la CUP acepte su investidura, y el caso 3%, que ahonda en la corrupción de Convergència, ha provocado que por primera vez su partido se plantee la posibilidad de un cambio de candidato.
En público, los convergentes siguen manteniendo que no hay alternativa a Mas. Pero la resistencia de la CUP –que mantiene su promesa electoral de no investir al actual president– y las actuaciones policiales contra el partido hacen que la posibilidad de repetir las elecciones sea cada vez más real.
Junts pel Sí, la coalición electoral de Convergència y Esquerra, sigue negociando con la CUP. Pero las conversaciones no avanzan a buen ritmo, y eso que el asunto más espinoso, el de la investidura de Mas, se ha dejado para el final. Todos los partidos dan ya casi por hecho que no habrá nuevo president hasta después de las elecciones generales del 20 de diciembre, que podrían abrir una salida –en forma de pactos hoy poco previsibles– al enmarañado panorama que deparó el 27-S.
Dirigentes de Junts pel Sí admiten que las conversaciones con la CUP son «difíciles». Y el jefe de filas del partido antinacionalista en las últimas elecciones, Antonio Baños, no les dio ayer demasiados argumentos para el optimismo. En una entrevista en Rac1, trató de sacudirse la presión asfixiante a la que lo están sometiendo Convergència y su entorno con la investidura. «La responsabilidad la tiene todo el mundo, CDC incluida, nosotros la asumimos, pero nadie mira la responsabilidad del señor Mas, de CDC y de Junts pel Sí», afirmó Baños.
«Siempre dicen que la CUP hará descarrilar el procés, pero si todos estamos de acuerdo en el plan de choque, en la ruptura de las leyes españolas, en crear una Constitución catalana, y lo paramos todo porque el señor Mas dice que o él es presidente o todo se va a pique, la responsabilidad no sé si sería de la CUP», añadió Baños, que admitió que no puede descartarse que los catalanes vuelvan a votar en marzo.
Las negociaciones para que la CUP acepte que dos de sus 10 diputados voten a favor de Mas han retrasado la constitución del Parlament, que se convoca en el último día hábil para hacerlo. A partir de hoy, se abre un periodo de 10 días para intentar la investidura por primera vez –se da por hecho que Mas no logrará los apoyos necesarios– y, desde ese día, los partidos tendrán dos meses para ponerse de acuerdo. Si no lo hacen, se convocarán nuevas elecciones por imperativo legal.
La constitución del pleno no sólo se ha enrarecido por las negociaciones o por la comparecencia de Mas el pasado viernes en la Cámara para defenderse de las acusaciones de corrupción. La apuesta independentista de Junts pel Sí y la CUP provocó que hubiera serios enfrentamientos entre los partidos por los escaños que debían ocupar cada uno. Los soberanistas querían, contra toda tradición, copar las primeras filas de los dos lados del hemiciclo, relegando a la oposición a una ubicación secundaria y postergada de los planos televisivos.
Tras las quejas de la oposición en bloque, Junts pel Sí y la CUP ocuparán un sólo bloque de asientos, pero será el izquierdo, el que tradicionalmente no correspondía a CiU. Así, Mas se sentará –al menos hasta que se decida su futuro– donde lo hicieron los presidentes socialistas Pasqual Maragall y José Montilla.
La composición de la Mesa del Parlament será lo primero que votarán los nuevos diputados. Junts pel Sí tendrá mayoría absoluta en el órgano, pese a que no la logró en las elecciones del 27-S, así que Carme Forcadell, ex líder de la ANC y número dos de la candidatura, será con toda seguridad la nueva presidenta de la Cámara. Los grupos no independentistas han criticado tanto el reparto de sillas en la Mesa como el talante de Forcadell, a quien no ven capacitada para ejercer de árbitro.
Los partidos independentistas quieren que la legislatura sea corta. En el plan que pactaron Convergència y ERC se contempla que en un periodo máximo de 18 meses haya culminado el proceso soberanista y se disuelva la Cámara.
Pero la situación es tan compleja que parece aventurado apostar por cualquier escenario de futuro. Junts pel Sí y la CUP negocian estos días una declaración inicial en el Parlament, como primer paso del inicio del proceso de «desconexión» de Cataluña con España.
En esta declaración se fijará como objetivo el de constituir «un nuevo Estado en forma de república», y el texto podría ser aprobado antes de la investidura del presidente de la Generalitat.