Florencio Domínguez, LA VANGUARDIA, 21/10/11
Cunde la esperanza de paz tras declarar la banda el «cese definitivo de su actividad armada» | El presidente del Gobierno español proclama «la victoria de la democracia, la ley y la razón» | La banda no plantea exigencias políticas pero pide diálogo sobre las «consecuencias del conflicto»
ETA anunció ayer que deja las armas definitivamente y la esperanza de paz prendió en los corazones de todos los demócratas. «Vivamos hoy la legítima satisfacción por la victoria de la democracia, de la ley, de la razón», proclamó emocionado el presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero. «Un nuevo tiempo ha comenzado», declaró el lehendakari, Patxi López. «Es una buena noticia que hayamos conseguido que ETA haya renunciado por fin a imponer su proyecto político a través de la muerte, el miedo, la violencia y la exclusión», sentenció el todavía líder de la oposición, Mariano Rajoy, a quien según todas las encuestas le tocará administrar la nueva situación.
Con mayor o menor cautela, todas las reacciones admitían tácitamente que esta vez va en serio. Que ETA se ha terminado, aunque en algunos sectores se echara en falta la «autodisolución» de la banda, la entrega de las armas y el reconocimiento de las víctimas. Quizá por el ello, el Jefe del Estado extremó la prudencia. El Rey Don Juan Carlos declaró: «Es un paso tranquilizador y positivo».
Cuando faltaban dos meses para que cumpliera los cincuenta y tres años de su fundación, ETA anunció ayer literalmente «el cese definitivo de su actividad armada». La banda terrorista se ajustó al guión establecido en la declaración formulada el pasado lunes al término de la conferencia internacional de paz en San Sebastián con la presencia del ex secretario general de la ONU, Kofi Annan y con el respaldo de otros líderes internacionales como Jimmy Carter y Tony Blair.
Los expertos internacionales le pidieron a ETA que anunciara públicamente el «cese definitivo de su actividad armada» y la banda lo hizo con esas mismas palabras. Le pidieron también que hiciera un llamamiento a los Gobiernos de España y Francia para un diálogo «para tratar exclusivamente las consecuencias del conflicto» y ETA utilizó palabras similares aunque le añadió como final de la frase la expresión «y así, la superación de la confrontación armada».
Este añadido podría dar a entender que la «superación» definitiva del terrorismo etarra quedaría supeditada a esa negociación sobre las «consecuencias del conflicto». Habrá que esperar a ver si ETA realiza más precisiones sobre ese extremo en el futuro, si se confirma que el final definitivo de la violencia queda condicionado a lo que resulte de una negociación que incluiría, al menos, la situación de los 702 presos de la banda que permanecen en cárceles españolas y francesas.
Al referirse a las «consecuencias del conflicto», en otros documentos, ETA ha mencionado que con ello se aludía a la puesta en libertad de los presos, al retorno de los huidos y a la «desmilitarización de Euskal Herria». Esta última expresión se refería a la retirada del País Vasco de las Fuerzas de Seguridad del Estado. Hay que esperar a ver si la banda precisa más en futuros comunicados.
En la declaración de ETA no hay referencia al desarme ni a la desaparición como organización, aunque podría entenderse que esas dos cuestiones formarían parte de la negociación sobre las «consecuencias del conflicto». El pronunciamiento de ETA no hace referencia alguna a la demanda de negociación política que ha sido el norte del grupo terrorista desde los años de la transición. Ni siquiera se alude al punto 4 de la declaración de San Sebastián en la que se sugiere una iniciativa de ese tipo entre los partidos políticos. ETA se ajusta a lo que se ha llamado negociación «técnica», el abandono de las armas a cambio de los presos, algo que históricamente había rechazado la banda.
Este sería el cambio más significativo del grupo terrorista, que hace ya algunos meses asumió que tenía que ser la antigua Batasuna quien marcara la línea política en vez de ser, como siempre había sido, la propia banda la que fijaba las estrategias que tenían que seguir las organizaciones de su entorno.
Expertos policiales consideraban ayer que ETA había ido más lejos de lo que había ido nunca y que podía aceptarse que la declaración suponía el final del terrorismo etarra, aunque quedara por aclarar la desaparición de la organización. El proceso que queda hasta que ETA, además de no atentar, desaparezca como grupo terrorista no será fácil y seguramente tampoco rápido, pero al menos los mandos policiales abrigan la esperanza de que sea un camino sin atentados ni intimidaciones. Se creía que ETA iba a ser más ambigua en sus pronunciamientos y que establecería algún tipo de condiciones, pero al final el pronunciamiento fue más claro y directo de lo que se esperaba.
El comunicado de ETA, difundido a través del diario Gara, lleva una introducción en la que la organización terrorista alude a la conferencia internacional de San Sebastián afirmando que la resolución «acordada» reúne «los ingredientes para una solución integral del conflicto». Sin embargo, no entra a pronunciarse sobre el conjunto de los puntos que había en la declaración de la conferencia, uno de los cuales propicia una negociación política entre partidos.
La banda, además, trata de justificar su historial terrorista atribuyéndose el mérito de que, según indica, se esté «abriendo un nuevo tiempo político». El escrito tiene un recuerdo para los etarras que han muerto o que han sido detenidos, pero no hace mención alguna a las víctimas.
Las horas previas a la difusión del comunicado habían estado plagadas de rumores, rumores que se arrastraban desde que el pasado lunes se celebrada en la capital guipuzcoana un cónclave con presencia de diversas personalidades internacionales. ETA ha utilizado la conferencia de paz de San Sebastián para anunciar el final del terrorismo, aunque había llegado hasta este punto en una situación de extrema debilidad operativa y con la iniciativa política perdida tras el pulso mantenido en 2010 con la izquierda abertzale.
Los servicios antiterroristas estiman que la banda tiene en la actualidad menos de medio centenar de efectivos, con una dirección precaria -su último jefe relevante, Mikel Carrera, Ata, fue capturado el pasado año- aunque hasta el momento continuaban su actividad interna trabajando para su reorganización.
Florencio Domínguez, LA VANGUARDIA, 21/10/11