Nunca agradecerá bastante Alicia Koplowitz la tacañería de ETA». Así arranca Florencio Domínguez, el gran especialista en la banda, el primer capítulo de su revelador libro «Las conexiones de ETA en América» (RBA), documento imprescindible para conocer los propósitos de estos asesinos, sus fortalezas y debilidades, que el investigador teje tirando minuciosamente de los hilos de la tela de araña del terrorismo al otro lado del Atlántico.
«Es que la roñosería de los miembros de ETA –dice socarrón Domínguez -, que hurtó al Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) chileno gran parte del botín por el secuestro de Emiliano Revilla, provocó el fin de su colaboración y que se librara de sus garras el siguiente objetivo, Koplowitz. Aunque para ser precisos debería decir que en el secuestro de Revilla quien colaboró fue ETA y el trabajo lo hicieron los miristas, que se ocuparon de todo: hacen las labores de información, los seguimientos, buscan la casa donde esconderlo, construyen el subterráneo donde meterlo, ponen el coche, buscan casa a los etarras a su llegada a Madrid… Vamos, un secuestro “prêt-à-porter”. Lo único que no hacen los chilenos es coger a la víctima y negociar el rescate. Y luego va ETA y no les da ni el 10% del botín tras la gran inversión de los clandestinos chilenos. Así que rompieron».
En el secuestro de Revilla quien colaboró fue ETADomínguez, que maneja una monumental documentación con profusión de todo tipo de datos, explica a Los Domingos de ABC que, a medida que iba sistematizando la información para el libro y veía la cantidad de conexiones entre ETA y el resto de clandestinos que han existido y existen en Iberoamérica, «me daba cuenta de que lo que conocemos es sólo la punta del iceberg, y que por debajo hay muchas cosas que nos faltan por conocer. Con ETA siempre nos pasa eso, que al cabo del tiempo vamos recomponiendo los pasos que ha dado, pero siempre nos quedan cosas…».
De lo que el periodista no alberga la menor duda es de que ETA siempre quiso ser una guerrilla. «Siempre reacia a establecer contactos con grupos terroristas europeos, a excepción del IRA y algunos nacionalistas corsos y bretones a los que ha utilizado, no ha simpatizado con ninguno. En cambio, sí se ha identificado con los grupos latinoamericanos y creo que eso responde a que a ellos también les hubiera gustado ser una guerrilla, tener un territorio liberado y controlar un espacio geográfico, poder salir uniformados y no tener que hacer terrorismo urbano en un país lleno de casas, de carreteras y de polígonos industriales; esa es una nostalgia de ETA: le hubiera gustado ser como las FARC».
De hecho, ha habido etarras que han pertenecido a esas guerrillas y han combatido con ellas. «Por ejemplo, Luis Ignacio Iruretagoyena “Suni”, al que indicios policiales apuntan como el autor del artefacto que reventó la T-4 de Barajas, estuvo muchos años de artificiero de la guerrilla salvadoreña y a él se atribuye la voladura de dos puentes estratégicos en El Salvador. O Galarraga Mendizábal, otro que combatió con los salvadoreños varios años, que luego volvió al comando Donosti y murió en 1986 en un enfrentamiento con la Policía. O Carasatorre Aldaz, con una larga lista de asesinatos en Guipúzcoa -entre ellos la colaboración en el de Gregorio Ordóñez- y que también luchó en aquella guerrilla. Todos aprendieron en esas filas y aplicaron al volver su experiencia».
Cuenta Florencio Domínguez que lo que más le ha llamado la atención en ese descenso al detalle de las conexiones de ETA en Iberoamérica han sido un par de epidosios que tienen que ver con la actuación del servicio de inteligencia español CESID. «Uno, su intervención con las FARC, en la época en la que el Gobierno español apoyaba el proceso de paz en Colombia, con la que logró que durante poco más de dos años la guerrilla colombiana interrumpiera sus relaciones con ETA. Y, por otro lado, la relación que el CESID establece con los tupamaros haciendo que ETA se enfade y rompa con los uruguayos, a los que había ayudado económicamente a cambio de cobertura para instalarse en Montevideo. Todo eso contribuyó un poco más al aislamiento de la banda».
Sin embargo, la mediación de los servicios de inteligencia españoles no fue el único motivo de conflicto con los tupamaros, ya que en 1997, tal y como relata Domínguez en su libro, «tres veteranos dirigentes de este grupo, Eleuterio Fernández, Pepe Mujica -actual presidente de Uruguay- y Julio Marenales habían firmado una carta dirigida a ETA implorando por la vida del concejal del PP Miguel Ángel Blanco». Los antiguos líderes del MLN-Tupamaros le habían escrito a ETA: «Os pedimos humildemente, sin pretender injerencias indebidas o imposibles, que reconsideréis la resolución tomada. Os pedimos la vida de Miguel Ángel Blanco». La respuesta etarra la dio Gorka Martínez Bilbao, en su condición de responsable de relaciones internacionales de HB, acusando a los uruguayos de haber «otorgado una valiosísima ayuda al enemigo de nuestro pueblo».
Tampoco fue éste el único desencuentro de ETA con las guerrillas a las que tanto admiró. Porque la banda siempre que ha visto que aquellos con los que ha mantenido lazos fraternales deciden emprender rutas distintas a las de la violencia, rompe relaciones. «Hay dos episodios muy claros en este sentido. Uno es el de la pérdida de poder de los sandinistas en 1990 a favor de Violeta Chamorro y su decisión de pasar a la oposición e intentar ganar desde ahí el poder, lo que para ETA supone un jarro de agua fría. El otro suceso es la firma por parte de la guerrilla salvadoreña de los acuerdos de paz, y el desencanto de ETA, que coincide en el tiempo con su alejamiento de los grupos centroamericanos y su sustitución por las FARC, que siguen practicando la guerra y el terrorismo. Y es que ETA -puntualiza el especialista- busca de alguna manera con estos contactos legitimarse a sí misma y a su propio terrorismo, es decir, buscar justificación exterior, verse en el espejo de otros grupos para sentir que su actividad terrorista es legítima».
Y ahí es donde llega el aldabonazo de la realidad al hilo de la abundancia de datos que maneja Domínguez. «Porque en sus relaciones internacionales -afirma- ETA ha proyectado su propia incapacidad para plantearse el abandono de las armas». Entonces, ¿qué podemos esperar? «De ETA, siempre lo peor. En el último debate que han tenido, y que han tardado dos años y pico en concluir, tras la ruptura de la tregua en 2006, han llegado a la decisión de continuar con las armas. No seguir con el terrorismo no ha sido cuestionado aún por mucho que diga ETA-Batasuna. Otra cosa son sus posibilidades operativas, sus posibilidades políticas de hasta dónde son capaces de tensar la cuerda; pero lo único cierto hoy es que su voluntad es la de continuar».
Los diagnósticos de este especialista son infalibles. Ante el último, surge otra cuestión: ¿Y qué tienen que decir de todo eso los presos? «Tradicionalmente no han tenido ningún peso y han estado supeditados a la estrategia de la dirección de ETA. Casi siempre -explica- los ha tenido bajo control. Porque son los presos y sus familias, y para un preso es muy difícll dar el paso de romper con la organización, porque no es una decisión individual. Y si lo dan, a lo mejor nadie va a comprar a la tienda que tienen sus padres en el pueblo o a su hermano lo miran mal en las cuadrillas. Todos esos factores de presión exterior inhiben la capacidad de los presos de distanciarse».
«Por otro lado -añade el experto-, mientras alimentemos expectativas políticas de ETA y de Batasuna, pretender que los presos estén dispuestos a romper con ETA es inútil. Porque engordando la idea de que Arnaldo Otegi le va a dar una vuelta a esto y va a buscar una solución en unos meses, el pensamiento de una gran parte de los presos es “pues yo me quedo a esperar ver qué dice, no rompo con mi entorno, y nos vamos todos juntos”. Por eso, insisto, dando alas a las expectativas de Batasuna, contribuimos a que las disidencias de los presos no se extiendan. Son vasos comunicantes».
A ETA le hubiera gustado ser como las FARC Entretanto, el cerco se estrecha. En Francia, la colaboración del Gobierno de Sarkozy con los cuerpos de seguridad españoles los asfixia con detenciones continuas y ya se cuentan con los dedos de una mano, y sobran, los santuarios que les dan respiro. «Fundamentalmente, Venezuela -apostilla Domínguez-, porque aunque en Cuba están, y los que están, están seguros, en la isla hay “numerus clausus” y no se permite el acceso indiscriminado de miembros de ETA; además, el que sale, no entra. Y en México sigue habiendo muchos, pero están perseguidos, y los que allí viven saben que pueden ser detenidos y enviados a España bien por expulsión directa o extradición, ya que los gobiernos mexicanos colaboran con España desde 1995. Aproximadamente, un tercio de los que había en los 90 en territorio mexicano han sido capturados y entregados a España, y hay otros, antiguos, que ya tienen papeles gracias a una regularización de López Portillo, pero esa gente está apartada de ETA Así que sólo les queda Venezuela».
Los zapatistas hieren a ETA
Pero antes de entrar en la jungla de Hugo Chávez, no podemos pasar por alto el desencuentro de ETA con el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) y su líder, el subcomandante Marcos, quien llegó a pitorrerase de la banda en un cruce de misivas. Todo arrancó de un reto, también por carta, del juez Garzón al terrorista mexicano para debatir «sin máscaras y disfraces, cara a cara» sobre terrorismo y rebeldía. Se fijó un encuentro para el 3 de abril de 2003, en Lanzarote, e invitaron a ETA, a la que el zapatista escribió pididendo una tregua unilateral de 177 días. «En caso de que no acepten -les decía Marcos- me ofrezo personalmente como víctima propicia en su próximo ataque».
La respuesta etarra fue que no querían ser parte de «una pantomima u opereta». Y el del pasamontañas y la pipa arremetió de nuevo: «Sabemos que están enojados porque piensan que no les tomamos en serio (…) Nosotros no nos tomamos en serio ni a nosotros mismos porque quien se toma en serio acaba por pensar que su verdad debe ser verdad para todos y para siempre. Y, tarde o temprano, dedica su esfuerzo no a que su verdad nazca, crezca , dé frutos y muera, sino a matar a todos los que no acatan esa verdad». La polémica, según Domínguez, hirió el alma de ETA y, aunque no respondió directamente, repitió sus explicaciónes en boletines internos hasta septiembre de 2004. ETA no volvió a escribir nunca más «Chiapas, libre».
Hoy Venezuela es su paraíso. «Se trata de una relación que es operativa a principios de los 90. Primero colaboran en la elaboración de morteros artesanales, y luego, a partir de 2003, en entrenamientos, intercambio de experiencias… Pero hay un problema anterior a Hugo Chávez, que es la tolerancia de todos los gobiernos venezolanos con ETA por la presión de la comunidad nacionalista vasca, muy influyente por su capacidad económica y empresarial, con prestigio social y acceso a las élites del poder. Pasó con los democristianos, socialdemócratas y con Chávez, aunque ya no haya esas conexiones, pero mantiene la misma actitud e incluso les ha dado puestos en el Gobierno, como a Cubillas, o les ha querido nacionalizar “in extremis ” como a Ayestarán, recientemente detenido en Francia a donde había regresado para reincorporarse a ETA».
Sin embargo, la postura de Chávez es contradictoria porque es el único gobernante venezolano que entregó a España tres etarras. «Algo coyuntural. No es fácil cambiar la política de un gobierno, pero se pueden ir dando pequeños pasos. Chávez tiene que valorar sus relaciones con España, como ha hecho Cuba, poniéndolas por encima de sus relaciones con ETA. Creo que empezaremos a ver colaboración de Chávez en cosas pequeñas, dirán que se ha perdido un miembro de ETA que hace dos meses estaba en Caracas, por si está en España o Francia… Cosas que pueden cambiar el ambiente sin que se note mucho».
Sin apenas fuelle exterior y agujereada como un colador, nos permitimos un chiste. ¿Entre dos guardias civiles se negociará la rendición de ETA? «ETA en su debate interno asume las filtraciones, como las asumió en el 2002. Quién sabe lo que hay ahí, lo veremos cuando termine». Entonces, ¿lo veremos? «Sí, sí -se apresura Domínguez-. Están en los minutos basura del partido, lejos de lo que han sido y la amenaza que han supuesto».
ABC, 13/6/2010