Ahora hay una única mirada sobre el terrorismo en la que ETA y Al Qaida reciben el mismo tratamiento. Y es que ni a la ONU ni a Estados Unidos se les ha ocurrido rodar «La pelota americana» con un equitativo reparto de tiempo entre los terroristas de Al Qaida y sus víctimas.
La presencia conjunta hoy de víctimas de ETA y de otros grupos terroristas en la conferencia de Naciones Unidas es llamativa desde el punto de vista temporal. Porque todavía hace tres o cuatro años ETA era interpretable en el panorama internacional; ¿conflicto, resistencia o terror contra inocentes? ¿Activistas, luchadores o criminales? No se sabía muy bien.
Hasta que llegó el 11-S. Porque tampoco nos engañemos. Aunque la labor internacional desplegada en este campo por nuestro país es notable, la nueva mirada sobre el terrorismo ha sido determinada por la conmoción y las lecciones extraídas del 11-S. En primer término, por Estados Unidos, y después por países como Francia, tan renuentes a sacar conclusiones de los asesinatos de la propia ETA.
Ahora hay una única mirada sobre el terrorismo en la que ETA y Al Qaida reciben el mismo tratamiento. Y es que ni a la ONU ni a Estados Unidos se les ha ocurrido rodar «La pelota americana» con un equitativo reparto de tiempo entre los terroristas de Al Qaida y sus víctimas. En su guión sobre el terrorismo tan sólo hablan los perseguidos, que son las víctimas del 11-S y de los atentados de Bali. Y entre las víctimas de ETA escucharemos a Maite Pagazaurtundua y Luis Portero. Tampoco estarán representados los etarras.
Eso ocurrirá muy pocas horas después de ver «La pelota vasca» en San Sebastián. Y es que hasta aquí no parecen haber llegado los efectos del 11-S, ni siquiera los de los crímenes etarras. Quizá porque hemos llegado a ese ideal de algunos nacionalistas de ser una aldea de irreductibles galos resistentes a la invasión, no de los romanos, sino de la razón y de la libertad. El resto del mundo asiste al testimonio de las víctimas en Naciones Unidas; nosotros, a «La pelota vasca, la piel contra la piedra».
Edurne Uriarte, ABC, 22/9/2003