Florencio Domínguez, LA VANGUARDIA, 20/10/12
Hoy se cumple un año del anuncio de ETA de abandonar definitivamente la violencia, pero a pesar del aniversario la organización terrorista ha sido la gran olvidada de la campaña vasca. Los partidos no han prestado atención especial a la banda que sólo ha aparecido en el debate público de manera marginal.
La decisión de los partidos de no focalizar su discurso en ETA, que cometió su último atentado en España hace más de tres años, tiene mucho que ver, probablemente, con la escasa preocupación que muestran los ciudadanos vascos por el terrorismo. Según la última encuesta del CIS, realizada en el mes de septiembre, sólo el 0,9% de los vascos sitúa el terrorismo como el primer problema de su lista de preocupaciones, mientras que otro 2,3% lo considera como el segundo problema.
La izquierda abertzale, que dedicó el mes de agosto a la agitación callejera por la situación del preso Josu Uribetxeberria Bolinaga, ha tratado de omitir el asunto de ETA en su discurso para evitar tener que pronunciarse sobre la cuestión. Su candidata, Laura Mintegi, eludió en el debate de televisión las exigencias de los otros candidatos de desmarcarse del terrorismo etarra. La cabeza de lista de Bildu se negó a condenar la violencia etarra alegando que si lo hacía después le pedirían que condenara las guerras carlistas.
Las referencias de los otros partidos a la cuestión de ETA han sido también secundarias, lejos del espacio que ocupó en épocas pasadas. En una campaña con los discursos controlados al milímetro, el recuerdo del terrorismo no figuraba entre las prioridades de las diferentes formaciones políticas.
Esa postergación de un asunto que ha sido central hasta hace poco tiempo se ha producido pese al doble aniversario registrado en la fase final de la campaña: el día 17 fue el de la conferencia internacional celebrada en San Sebastián el pasado año con presencia de Kofi Annan y otras personalidades y hoy, día 20, se cumple un año desde que ETA declarara que había renunciado al terrorismo. En ese tiempo, han sido detenidos más de una veintena de miembros de ETA -el último ayer mismo-, pero los signos de actividad clandestina de la organización terrorista han ido disminuyendo a medida que pasaba el tiempo, según fuentes policiales.
Se sabe que ETA se encuentra actualmente en la rampa final de un debate sobre su futuro que abrió la pasada primavera y que, en teoría, debería acabar a finales de año. El objetivo aparente de este proceso es ratificar la decisión de renunciar a la violencia. Los jefes de la banda han querido que los militantes de a pie ratifiquen el anuncio hecho el 20 de octubre del 2011 y para eso les han sometido a su consideración un documento titulado «Informe básico» que fue distribuido durante los meses de abril y mayo. Los miembros de ETA tenían de plazo hasta finales de julio para presentar «aportaciones» individuales que, además, debían ir firmadas. Con esas aportaciones, la dirección tenía que elaborar un nuevo documento que se distribuiría entre los meses de septiembre y octubre para que pudiera ser sometido a votación en noviembre y diciembre.
En ese «Informe básico» se da por hecho la confirmación de la renuncia al terrorismo, aunque ETA no se plantea desaparecer. Todo lo contrario: la banda se propone seguir existiendo en la clandestinidad, incluso si llega a producirse el desarme.
El objetivo a medio plazo que se fija ETA en ese documento es lograr una negociación con los gobiernos español y francés, negociación a la que condiciona «el final definitivo de la confrontación armada», según la ponencia base de ese debate a la que ha tenido acceso La Vanguardia.
El documento del debate precisa que ETA pretende llevar a la mesa de negociación tres asuntos: la vuelta a casa de los presos y de los huidos, «el desarme de la organización y el desmantelamiento de la estructura armada» y, en tercer lugar, «la desmilitarización de Euskal Herria», concepto con el que se refiere a la retirada de las fuerzas policiales.
El documento dice que ETA no desarrollará «ninguna estructura dirigida a llevar a cabo ninguna actividad armada», pero al mismo tiempo indica que «se pondrán los medios para proveer a la organización de los recursos que necesitará a distintos niveles para poder cumplir con las funciones que le corresponden a lo largo de todo el proceso y garantizar su funcionamiento».
ETA se plantea como una de las claves de su funcionamiento interno que para «mejorar la seguridad, por encima de los golpes represivos, se debe profundizar en los medios para garantizar la eficacia de la organización».
Según esa ponencia, en base a la «trayectoria histórica» de ETA la organización terrorista «ofrecerá sus valoraciones y aportaciones al movimiento de liberación y si se viera necesario también a la base social».
ETA parece atribuirse una función de tutela política sobre la izquierda abertzale, a pesar de que reconoce que es a ésta a la que le corresponde la «jefatura política del proceso».
Florencio Domínguez, LA VANGUARDIA, 20/10/12