EDITORIAL, LIBERTAD DIGITAL, 27/2/12
ETA reclama al presidente Rajoy la puesta en libertad de sus presos porque eso, exactamente, es lo que les prometió el señor Rodríguez Zapatero
Batasuna-ETA ha vuelto a pedir este domingo al Gobierno del PP que cumpla con lo que su antecesor les prometió. El manifiesto titulado Construyamos la paz en el proceso democrático, presentado en el Kursaal de San Sebastián, con luces de color verde y artista invitado del Sinn Fein, ha sido una nueva función del género guiñolesco, con lenguas de trapo moviéndose por manos manchadas de sangre. «Teatrillo», han llamado desde el Ministerio del Interior a lo que no es sino otra farsa del brazo político de los terroristas, que ahora se fingen compungidos por el dolor de las víctimas de ETA, las equiparan a las «víctimas vascas de la violencia de los Estados español y francés» y piden una «comisión de la verdad» formada por observadores extranjeros, como si España fuera Ruanda y el País Vasco, una aldea tutsi arrasada.
Bien: este es el percal batasuno de toda la vida, un tercio delirio, un tercio esperpento, un tercio apología terrorista. Lo nuevo es que ahora lo hacen desde el moderno teatro municipal, tienen mando en plaza y suscitan la melindrosa calificación del ministerio del Interior, en lugar de provocar una denuncia ante la Fiscalía para que se les aplique la Ley de Partidos.
Para no marearse en el engrudo retórico de los proetarras, ni dejarse embaucar por sus lágrimas de cocodrilo, conviene no perder de vista lo esencial: ETA reclama al Gobierno del presidente Rajoy la puesta en libertad de sus presos porque eso, exactamente, es lo que les prometió el señor Rodríguez Zapatero. Todo el «teatrillo» de la compasión no es otra cosa que el guión de la gran mascarada que intenta vestir de demócratas a los terroristas y presentarlos como víctimas, tan víctimas de un «conflicto político» como Silvia, la niña asesinada de un bombazo en Santa Pola, como José Ortega Lara, torturado en un zulo inmundo, o como Irene Villa, entre otras mil víctimas del terrorismo etarra en España. En la chusca función de este vodevil siniestro, los voceros del terrorismo han dicho que se arrepienten de no haber prestado más atención a las víctimas de ETA, porque esa indiferencia «las ha humillado». Como las propias víctimas se han apresurado a replicar, el problema no es que las hayan «humillado», sino que las han matado y torturado. Una «leve» diferencia conceptual, entre «humillar» y «asesinar», que señala la desvergüenza de carácter y el basurero moral en el que retozan los «hombres de paz» distinguidos por el anterior presidente del Gobierno.
Nada nuevo en el palabrerío demente de los títeres de la banda terrorista, aunque no faltarán quienes, desde el PSOE y el PNV, verán en la fanfarria del Kursaal un giro, un tiempo nuevo, una contricción y quién sabe cuántas promesas más, hechas de sombras chinescas. No está escrito en ningún código de piedra que los ciudadanos tengamos que aguantar a unos farsantes después de padecer a unos asesinos. El Gobierno tiene dos respuestas muy sencillas, y ninguna consiste en cultivar la crítica teatral. La primera es volver a leer la Ley de Partidos y aplicarla para ilegalizar a Amaiur y a Bildu con las pruebas que el Tribunal Supremo verificó de que ambas siglas son parte de ETA. La segunda respuesta es dejar de conceder el tercer grado a terroristas. Este fin de semana, la Opinión Pública ha sabido de un nuevo caso. Ese no es el camino. El único camino es la justicia debida a las víctimas. Las únicas víctimas son las víctimas de ETA.
EDITORIAL, LIBERTAD DIGITAL, 27/2/12