LA RAZÓN 11/06/13
· Mientras la cúpula de la banda se esconde en París, el resto de los militantes se encarga de mantener la estructura criminal
ETA prepara la contestación a las últimas propuestas que le han llegado desde el mundo de Batasuna, por medio de las conclusiones del llamado «Foro Social», pero bajo los principios de no entrega de las armas (salvo que mediara una negociación con el Gobierno a cambio de los presos) y la no disolución de sus estructuras criminales, incluidas las que aún mantiene en España, como quedó demostrado en 2011 con la desarticulación de dos «comandos legales armados»: el «Otazua» y el «Erreka».
Mientras la «dirección» de la organización criminal, integrada por cinco cabecillas, entre los que destacan los jefes del «aparato logístico-militar», Iñaki Reta; y del «político», Irache Sorzábal, se esconde en París, el resto de los militantes, entre 20 y 50, 10 de los cuales pueden ser considerados «plenamente operativos», se encargan de mantener las estructuras criminales. Se encuentran en su mayoría en Francia, pero también existen en España, en situación de inactividad, lo que no quiere decir que, llegado el momento, no puedan ser «dinamizadas» de nuevo.
ETA, y en especial su entramado (el más interesado en presentar a la banda como un ente absolutamente inactivo y lleno de buenas intenciones, para lo que auto organizan actos de apoyo a su estrategia, como el del próximo sábado en Francia) tratan de proyectar la imagen de que lo que le queda a la banda se encuentra en territorio galo. En España, tan sólo estaría su brazo político, legalizado por el Tribunal Constitucional a través de Bildu, Amaiur y Sortu.
Sin embargo, la realidad demuestra lo contrario. Las dos citadas desarticulaciones de «comandos», con ser importantes y significativas, no pueden hacer olvidar la actividad del terrorismo callejero (la «kale borroka), que aparece y desaparece, según las instrucciones de ETA, en momentos puntuales en los que la banda quiere recordar que sigue teniendo capacidad de movilización (y destrucción). Si había dos células «durmientes», ¿por qué no puede haber más?, se preguntan expertos consultados por LA RAZÓN.
En uno de los últimos atentados de terrorismo callejero, se intentó tender una emboscada a una patrulla de la Ertzaintza, cuyos agentes, de haber prosperado las intenciones de los autores, habrían podido morir carbonizados.
Las mismas fuentes han señalado lo inconveniente de dejarse engañar por los «juegos florales» que organiza Batasuna, como el convocado para el próximo sábado, con etarras que lo fueron y hoy están plenamente regularizados, con su DNI español y pasaporte, gracias a la prescripción de sus delitos; y lo que realmente es ETA en la actualidad. Es cierto que se trata de una banda terrorista muy debilitada, al menos en las estructuras conocidas antes de octubre de 2011 (cuando anunció el supuesto cese armado definitivo). Desde la llegada del Partido Popular al poder, y dejar claro Mariano Rajoy que no habría negociación, la banda podría haber articulado una facción secreta. Llegado el momento, y por razones tácticas, los atentados que cometieran los miembros de esta rama podrían ser presentados como una «escisión no deseada».
El desmantelamiento por la Guardia Civil en España, en los primeros meses de 2011, de los «comandos» «Otazua» y «Erreka», y la incautación del mayor arsenal de explosivos que se ha encontrado en nuestro país, demostró que la ETA no tiene ninguna intención de destruir las estructuras criminales a este lado de los Pirineos. Su mantenimiento sólo puede suponer la voluntad de tener etarras dispuestos a matar y arsenales para ser utilizados: 850 kilos de nitrato y 50 de pentrita que, con la mezcla de otros materiales, habrían permitido montar una bomba como la que destruyó uno de los aparcamientos de la Terminal 4 del aeropuerto de Barajas, en Madrid. El hallazgo de todo este material, que el «Erreka» escondía en el caserío «Olalde» de Legorreta, en Guipúzcoa, supuso un auténtico mazazo para la estrategia de «buenismo» que entonces, y también ahora, desarrolla el entramado de ETA, empeñado en engañar a la opinión pública y, en especial al Gobierno. Su teoría, que repite día tras día, es la de que banda no ha desaparecido porque el Ejecutivo no se ha prestado a una nueva negociación con los pistoleros. Lo cual es, evidentemente, una falsedad y así se lo han hecho ver hasta sus propios «verificadores».
Erkoreka apoya el permiso a Lasarte
El portavoz del Gobierno vasco, Josu Erkoreka, afirmó ayer en Madrid que el permiso penitenciario del que se beneficia el terrorista Valentín Lasarte, condenado entre otros delitos por disparar en la nuca al político del PP Gregorio Ordóñez en 1995, está «en sintonía con el nuevo tiempo», tras el anuncio de ETA de renunciar a la lucha armada. En una comparecencia pública, después de reunirse con el ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón, Erkoreka valoró tanto el arrepentimiento de Lasarte como la aplicación de políticas penitenciarias que favorezcan de algún modo la reinserción de terroristas como él. Para el portavoz vasco es «muy positivo tanto» que los presos «hayan asumido sus culpas, hayan expresado su arrepentimiento y hayan roto formalmente con la organización terrorista», así como que los jueces reconozcan los beneficios penitenciarios y su régimen de libertad parcial ya que, considera, hay que aprovechar los mecanismos legales y el propio reglamento penitenciario para «socializar y distender un ambiente de cara a la consideración del fin de ETA». A su juicio, todo ello ayudará al proceso en marcha de abandono de toda actividad criminal por parte de la organización terrorista ETA.