EL CONFIDENCIAL 05/10/13
FEDERICO QUEVEDO
Me enteré el otro día gracias a una intervención de la presidenta de la AVT, Ángeles Pedraza, en el programa de Isabel Durán en 13TV, Más claro agua, y no salía de mi asombro, así que fui a las fuentes, o sea, a los libros de texto de historia, conocimiento del medio, o como quiera que se llame hoy en día la asignatura que estudian mis hijos, y pude comprobarlo sobre el terreno: ETA no aparece como parte de la historia contemporánea de España.
Nuestros hijos saben que en España hubo una Guerra Civil, una dictadura de 40 años, una Transición a la Democracia, un Gobierno de la UCD, otro del PSOE e incluso llegan a los tiempos de Aznar y Zapatero, si me apuran. Pero no saben, salvo porque lo hayan escuchado comentar en casa y porque cualquier niño hoy en día ve los telediarios, que durante otros cuarenta años ha existido en España una banda terrorista llamada ETA, que ha asesinado a casi un millar de personas.
Si uno viaja a Italia o a Alemania y, por supuesto, a Irlanda, les aseguro que en esos países los niños saben quienes fueron las Brigadas Rojas, la Baader Meinhof y el IRA porque, por supuesto, eso forma parte de la historia de su país. Pero aquí no. Aquí hemos optado por obviar la existencia de ETA como si nunca hubiera pasado nada. Total, para qué… Los muertos están muertos y ya no los va a resucitar nadie. Y su memoria irá cayendo en el olvido hasta que llegue un día en el que ya nadie sepa lo que pasó: pero el pueblo que olvida su propia historia, que rehúye de ella y la esconde, está condenado a repetirla.
Miren, es notorio que yo he tenido algunas discrepancias de fondo con la AVT y con el papel de las víctimas en un momento en el que ETA ha sido derrotada desde el punto de vista de su capacidad de acción violenta, pero desde luego respaldo con absoluta firmeza la petición que se ha hecho por su parte al Gobierno para que en el curriculum académico se incluya a ETA como parte esencial de nuestra reciente historia.
Si nuestros hijos no saben lo que es ETA, lo que hizo y quienes lo apoyaron, entonces sí que Bildu, Sortu, Batasuna y todo ese entramado político que ahora busca su legitimación democrática habrán ganado la partida
Primero, porque es de cajón, no tiene sentido obviar su existencia, el daño que ha causado pero, también, lo mucho que han significado en España movimientos sociales como el que se produjo tras el asesinato de Miguel Ángel Blanco. Segundo, porque la memoria y la dignidad de las víctimas se merecen ese reconocimiento porque, entre otras muchas cosas, han entregado su vida para consolidar un modelo de convivencia pacífico y democrático en este país y no tenemos ningún derecho a olvidarlo. Y, finalmente, porque de lo contrario entonces sí que podremos decir que ellos han ganado la batalla de las ideas… No la de la violencia, pero sí la batalla moral.
Una cosa es que hoy, en un escenario de ausencia de violencia, ese mundo de la izquierda abertzale haya vuelto al terreno de la democracia y el debate político, y otra muy distinta es permitirle a ese mundo ganar la batalla de las ideas, y lo hacen cada vez que alguien de una entereza democrática intachable como Borja Semper se sube a una tribuna para defender la democracia y el Estado de Derecho y desde la bancada de Bildu se le tacha de fascista, cuando quienes han actuado y siguen actuando como auténticos esbirros de lo peor del totalitarismo fascista son, precisamente, ellos.
Y si nuestros hijos no saben lo que es ETA, lo que hizo y quienes lo apoyaron, entonces sí que Bildu, Sortu, Batasuna y todo ese entramado político que ahora busca su legitimación democrática habrán ganado la partida y eso quienes de verdad nos sentimos demócratas y creemos en la libertad, no podemos permitirlo bajo ninguna circunstancia. El Gobierno tiene la obligación moral, con las víctimas, pero con toda la sociedad española, de incluir en el curriculum académico de la Historia de España que estudian nuestros hijos a ETA. Y nosotros tenemos la obligación de exigirle que lo haga.