Ante la realidad de autogobierno realmente existente la idea de opresión y de conflicto es cada vez más difícil de mantener, a no ser que se recurra a ocultar y negar el pluralismo y la complejidad de la sociedad vasca. El problema de ETA, de Batasuna y de todo nacionalismo radicalizado es que sus planteamientos parten de la negación, precisamente, de ese pluralismo y de esa complejidad, y con ello se colocan en las antípodas de la democracia.
El tiempo y su paso es un factor decisivo. En el tiempo suceden cosas. En el tiempo transcurrido en Euskadi recientemente, pongamos 10 años, han sucedido muchas cosas: ha caído el mito de la imbatibilidad de ETA, el Estado ha dejado de pedir permiso al PNV para llevar a cabo su política antiterrorista, se ha firmado el acuerdo entre los dos grandes partidos, se ha aprobado la ley de partidos políticos, se ha ilegalizado a Batasuna y el Tribunal de Derechos Humanos de de Estrasburgo la ha bendecido. Y como consecuencia de todo ello, ETA está muy débil, y Batasuna, fuera de las instituciones, también.
Batasuna no puede romper con ETA condenando su violencia terrorista. Por eso quiere que sea ETA la que declare una tregua, indefinida e internacionalmente verificable. Pero ETA no puede acceder a ello, porque significaría dar el paso a su disolución. Sin embargo, ve que Batasuna tampoco puede romper con ella: a las dos les va mucho en mantener la idea de que la lucha armada ha sido legítima hasta ahora. Y la idea de que debe haber, por parte del Estado, una concesión de mínimos democráticos para dar el salto.
Mientras tanto, cada vez menos ciudadanos vascos entienden la violencia terrorista de ETA, esta está cada vez más alejada de la sociedad vasca. Mientras tanto, a Batasuna le resulta más difícil mantener su apuesta política fuera de las instituciones. La sociedad vasca se va secularizando. El término conflicto está cada vez más ausente de la mente de los ciudadanos vascos. Es cada vez más difícil transmitir la idea de que un euskera oprimido, de una sociedad vasca no reconocida, de un pueblo vasco reprimido por España.
Uno de los intermediarios del vídeo último de ETA parece que comentó al periodista de la BBC que los catalanes están consiguiendo más autogobierno sin bombas: pero los catalanes siguen pidiendo un concierto económico que los vascos tienen desde el principio.
Ante la realidad de autogobierno realmente existente la idea de opresión y de conflicto es cada vez más difícil de mantener, a no ser que se recurra a ocultar y negar el pluralismo y la complejidad de la sociedad vasca. El problema de ETA, de Batasuna y de todo nacionalismo radicalizado es que sus planteamientos parten de la negación, precisamente, de ese pluralismo y de esa complejidad, y con ello se colocan en las antípodas de la democracia.
ETA, y Batasuna, están KO. No se dan cuenta de que ya no pueden exigir nada ni imponer condiciones. Están derrotados.
Joseba Arregi, EL PERIÓDICO DE CATALUÑA, 7/9/2010