Xosé Luis Meilán, LA VOZ DE GALICIA, 31/10/11
Las palabras son un medio necesario para la comunicación. En ocasiones pueden ser un instrumento de dominación. Quienes así actúan intentan ser creadores de una realidad que se suplanta por la palabra. Se impone un nombre aunque sea violentando la naturaleza. Su verdad se oculta y se transmuta por el lenguaje. No se trata de un recurso dialéctico, característico de la argumentación, en la exposición de las ideas, sino de la dictadura de unos términos que falsean el diálogo. Es menester que el interlocutor no se deje subyugar por la apariencia. De este tipo de falsificaciones existen numerosos ejemplos en la historia. Uno de ellos es el reciente comunicado de ETA. El cese definitivo de su actividad armada, traducido al lenguaje ordinario, es el compromiso de no matar, secuestrar o extorsionar en el futuro. Una noticia ciertamente positiva que contribuye a la tranquilidad de la sociedad, pero no justifica el agradecimiento.
Hay otras palabras también engañosas. Se habla de la «superación de la confrontación armada», una expresión bélica totalmente impropia, adelantada por los protagonistas de la llamada conferencia internacional que la calificaron de «la última en Europa», metiendo en el mismo saco a Irlanda del Norte y Kosovo. Se persigue conseguir una solución al «secular conflicto político», que vendría propiciada por una oportunidad creada por una confesada «lucha de largos años», lo que sin eufemismos se llama terrorismo y así está reconocido internacionalmente de un modo oficial. Esta es la traducción exacta y sus consecuencias, justamente, habrán de tenerse en cuenta en ese «nuevo tiempo político» que «se está abriendo». Resulta ofensivo que quienes han llevado a cabo durante decenas de años una actividad terrorista, que ha dejado una secuela numerosa e irreparable de víctimas, inculpen a un Estado democrático de violencia y represión, de «la imposición que aún perdura».
No es del caso razonar sobre las causas que han confluido para esa decisión de ETA. Existe acuerdo en que, junto a la cooperación internacional, ha sido decisiva la utilización de todos los medios legítimos de un Estado de derecho. Dejémoslo así, sin limitarse a los dos últimos años después del fracaso de una negociación. Tampoco es ajeno el debate mantenido en la izquierda aberzale, consciente de que era imposible mantener más tiempo un respaldo significativo a la lucha armada para defender lo que se reivindicaba y sigue reivindicándose. Han ayudado los excelentes resultados de Bildu en las últimas elecciones, así como la expectativa de mejora para las próximas.
ETA sigue existiendo. No todo ha cambiado. El Estado de derecho no es de quita y pon. Los jueces han de aplicar la ley vigente cuando se produjeron los hechos punibles. La ley de partidos no ha de ser vista como de caso único. Sería inadmisible que ETA marcase los tiempos. Ahora cumple tomar nota de lo que hay de positivo en el mensaje. Queda un largo y no fácil camino para una verdadera paz.
Xosé Luis Meilán, LA VOZ DE GALICIA, 31/10/11