La clase política vuelve a temer otra argucia de la banda para volver a estar en las próximas elecciones municipales y forales y no perder influencia. Es importante que la lucha contra el terrorismo no cambie de pista. Estamos en un tiempo crucial en el que la tentación por acortar el camino podría volver a situarnos en un escenario tramposo.
Si la vía policial para derrotar a ETA fuera una «fantasía», como señalan los terroristas en su último comunicado, la banda no presentaría los síntomas de debilidad que empieza a acusar en los últimos meses. El cerco policial la está asfixiando. Desde que el pasado 17 de enero, los terroristas mandaron callar a la izquierda abertzale, a través de otro comunicado, en el debate sobre su potestad para seguir cometiendo atentados, sus movimientos, tan controlados por la Policía, han ido dando tumbos.
Con el hallazgo de la furgoneta cargada de explosivos no solo perdieron buena parte de su arsenal para matar, sino que quedó al descubierto su plan para perderse por el mapa portugués con la intención de aliviarse de la presión francesa. Con la detención de sus tres activistas en Normandía no solo se descubrió que iban ampliando su campo de escondites lejanos de la frontera, sino que quedó en evidencia que su necesidad de refuerzos era tan urgente que el veterano Lorenzo Ayestarán, recién llegado de la Venezuela de Hugo Chávez se había reincorporado a las filas terroristas. Con el asesinato del gendarme en Francia, como consecuencia del tiroteo que abortó el robo de vehículos que habían planificado, el golpe que ha recibido la banda ha sido letal.
Seguramente se habrán acordado estos días de su compañero ‘Susper’, que por herir gravemente a un gendarme francés tiene por delante un horizonte de treinta años de condena. Los activistas de la banda se sienten tan acosados que han tenido que poner, negro sobre blanco, que la via policial no acabará con ellos. Una aseveración que se asemeja más a un deseo que a una realidad.
En el comunicado de ayer se percibe cierto toque de añoranza de ETA por los tiempos de la negociación con el Gobierno. Lógico. Fue una etapa más llevadera para los terroristas. Tanto que a sus representantes políticos se les daba asiento y focos a pesar de pertenecer una formación ilegalizada, y ellos pudieron tomar oxígeno mientras escuchaban de sus interlocutores la posibilidad de que existieran contrapartidas si dejaban de matar. Tan llevadera fue para ellos que llegaron a exigir que se les premiara con un precio político a cambio de abandonar las armas.
Pero los tiempos han cambiado y la presión policial, y la judicial, les está estrangulando. Por eso rememoran la etapa del intercambio. Y por eso en el comunicado vuelven a reclamar con menos fuerza y convicción que la acostumbrada, que únicamente el reconocimiento de los derechos de Euskal Herria pondrá fin al conflicto que ellos crearon hace más de cuarenta años. Se siguen viendo a sí mismos como resistentes vascos, pero ni en la cárcel son capaces de mantener la ficción sometiendo a todo el colectivo de presos como una piña.
Pero ni esos focos de rebeldía de algunos reclusos contra los abogados de la organización despiertan en la opinión pública un hilo de interés mientras no vayan acompañados de hechos contundentes que demuestren que son capaces de decir que ellos se apean del tren del terror . El 30 de setiembre de 1982, los miembros de ETA (p-m) tuvieron el valor de anunciar que lo dejaban. Mientras no se produzcan gestos similares, es lógico que la opinión pública y los partidos políticos acojan con incredulidad cualquier indicio de división en el mundo que rodea a ETA.
El escepticismo, larvado después de tantos años de mensajes engañosos, ha calado hondo en la clase política en general, que se vuelve a temer una nueva argucia de la banda para volver a estar presente en las próximas elecciones municipales y forales y no perder influencia en los ayuntamientos y Juntas Generales. A nadie se le escapa que todavía pueden causar mucho daño, a pesar de su debilidad.
Por eso tiene su importancia que la lucha contra el terrorismo no cambie de pista. Y que la Justicia siga cumpliendo con su papel de defender al ciudadano de los delincuentes. Ayer, el presidente José Luis Rodríguez Zapatero dijo que «estamos más cerca de ver el final de ETA». Cabe pensar en que ese final será producto de la política de firmeza que se ha ido aplicando en los últimos tiempos. Estamos en un tiempo crucial en el que la tentación por acortar el camino podría volver a situarnos en un escenario tramposo.
El lehendakari Patxi Lopez aseguró, en el mismo lugar donde ETA asesinó a Isaías Carrasco, que los terroristas «ya nunca van a condicionar el presente y el futuro de los vascos». Por su parte, el ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, sostiene que «no vamos a correr el mínimo riesgo». De eso se trata.
Tonia Etxarri, EL CORREO, 22/3/2010