EL MUNDO – 09/10/16
· La banda terrorista ETA ha remitido varias cartas al Gobierno francés solicitando al Ejecutivo de François Hollande la apertura de una vía de diálogo.
· Uno de los intermediarios entre la dirección de ETA y el Ejecutivo galo –un intermediario vinculado a la izquierda abertzale– ha hecho llegar al actual cabecilla de la organización, Mikel Irastorza, la predisposición favorable de los franceses a establecer contacto siempre y cuando todos los pasos sean dados con absoluta discreción.
Los primeros movimientos fueron detectados antes del verano y se han venido prolongando al menos hasta septiembre. Los etarras tienen interés en establecer un diálogo lo antes posible porque consideran que Hollande puede ser más receptivo que cualquier otro de sus rivales políticos y temen que pueda ser desalojado de su cargo en los próximos comicios.
Según las fuentes consultadas, en principio, el objetivo inicial de Irastorza –ex portavoz del Foro de Debate Nacional, una plataforma impulsada por EA y Batasuna– sería establecer un diálogo que sacase a la banda del aislamiento y de la situación de estancamiento. Podría pensarse que la prioridad de la dirección de ETA en estas circunstancias es resolver la situación de sus presos; sin embargo, y,a pesar de que desde el punto de vista operativo la banda está formada por un reducido grupo de huidos, fuentes conocedoras de la organización sostienen que Irastorza estaría tratando de legitimarla de nuevo como interlocutora.
Solicitar un diálogo con Francia sería otro intento de eludir que el fin de ETA llegue inevitablemente por la puerta de atrás; y conseguirlo dejaría, además, en evidencia la «intransigencia» – al decir de los radicales– del Gobierno español, que se ha negado a abrir ninguna vía desde que lo hiciera el Ejecutivo de Zapatero.
Según las mismas fuentes, documentos de la banda en el pasado inducen a pensar que, para engrasar las vías de comunicación, la dirección estaría dispuesta a ofrecer, como muestra de buena voluntad, un sellado o una entrega de armas puntual. Para conservar la única baza de la que dispone, ETA evitaría ofrecer al principio, una explicación detallada –la geolocalización– de los zulos donde la banda esconde lo que le queda de las pistolas de Vauvert, el material explosivo y tres misiles, si se hace caso de la improbable versión del etarra Aitor Elizarán.
La dirección de Irastorza no habría puesto en primer plano la situación de los presos por considerar que es muy difícil que los Estados español y francés vayan más allá de acabar con la situación de dispersión y porque de algún modo, tras un forcejeo con Sortu, el partido se quedó con la responsabilidad de defender a los reclusos. Pero lo cierto es que ése es el principal problema de la banda, el que más se pudre con el paso del tiempo, y es el que va a estar sobre cualquier mesa, real o virtual.
En estos momentos, según Etxerat, la asociación de familiares de los presos de ETA, hay 455 etarras repartidos en las cárceles españolas y francesas.
En ambos países están dispersos y distribuidos por 74 centros penitenciarios. En Francia hay 104 reclusos, 38 de los cuales están en las prisiones de París y sólo 20 en las instituciones carcelarias cercanas a la frontera. Las pretensiones de la dirección de la banda –abandonada la exigencia de la amnistía– son que se ponga fin a la dispersión y que se establezca un plan escalonado de salida de reclusos que implicaría –dado que se ha mantenido la decisión del cese definitivo de la violencia anunciada en octubre de 2011– una lectura de la ley específica para ellos.
Ha pasado mucho tiempo –más de cinco años– desde que, tanto los presos como los huidos con causas pendientes, recibieran el mensaje de que su situación iba a tener una solución prácticamente inmediata. No fue así y ETA hizo públicos varios comunicados realizando exigencias al Gobierno sobre las condiciones para la negociación de la llamada mesa técnica (presos y huidos a cambio de armas). Por poner un ejemplo, cuando la dirección de ETA anterior a ésta, la ejercida por David Pla, aspiraba a que la banda, a pesar de haber sido derrotada, fuera considerada interlocutora y un referente político, lo que exigía además era que «los gobiernos realicen una autocrítica sobre su actuación pasada en materia de violencia y víctimas».
La banda se vio obligada a rebajar sus expectativas cuando se dio cuenta de que hablaba sola. No tenía interlocutor en el Estado y, por lo tanto, no podía realizar el trueque. Ni siquiera logró que Francia se quedase al margen y se comprometiera a no detener a los terroristas que se movían por su territorio inventariando armas y buscando zulos.
Tras años de instrumentalizar a mediadores internacionales encabezados por Brian Currin o Ram Manikkalingam, Pla e Iratxe Sorzabal se resistieron a admitir que estaban al frente de una organización en situación de extrema debilidad y quisieron recuperar el protagonismo escenificando un sellado ridículo y contraproducente para sus intereses.
Tras sus infructuosas presiones al gobierno español, la izquierda abertzale se centró en Francia. Hubo actos en homenaje a los huidos; se celebró el Foro de Baiona –en el que se manejaron los conceptos de justicia «transicional» y «restaurativa» para referirse a las normas que debían aplicarse a los presos etarras–; la ex ministra de Justicia francesa, Christiane Taubira –hoy fuera del Gobierno por oponerse a la reforma constitucional que permite retirar la nacionalidad francesa a los condenados por terrorismo– les escuchó en su despacho, y la Sala Victor Hugo de la Asamblea Nacional francesa estuvo a su disposición para la celebración de una Conferencia humanitaria por la paz en Euskal Herria.
Han sido intentos de establecer su relato a nivel internacional desde Francia, gestiones para intentar mejorar la situación de sus reclusos en el país vecino que, aunque han tenido resultados propagandísticos, no han logrado un cambio en la operatividad antiterrorista por parte del Estado francés. Las Fuerzas de Seguridad no han detectado un cambio de estrategia y aseguran que la presión contra ETA sigue siendo la misma. Probablemente por ese motivo, la banda está realizando el enésimo intento de abrir nuevas vías.
EL MUNDO – 09/10/16