LA RAZÓN, 02/05/13
ETA ha reestructurado la dirección del terrorismo callejero («kale borroka») en el País Vasco y Navarra, como paso previo a emprender acciones criminales de más calado, según expertos consultados por LA RAZÓN. Recuerdan que en los meses previos al atentado contra la T-4 de Barajas, en diciembre de 2006, ocurrió lo mismo
La reactivación de la «kale borroka» forma parte, además, de un apoyo explícito de la banda a un sector de la llamada «izquierda abertzale», que no controlan Bildu-Amaiur-Sortu y que se opone frontalmente a la estrategia que siguen estas formaciones, a las que la banda acusaba recientemente de actuar en política como meros «espectadores». Prueba del enfrentamiento existente entre ambos sectores es la condena que Bildu de la localidad vizcaína de Amorebieta hizo de los ataques de terrorismo callejero que se habían producido el pasado domingo contra dos cajeros de Kutxabank. En referencia a ese sector disidente de la izquierda abertzale, se señalaba que «hay gentes que persisten en el uso de la violencia como medio de consecución de fines pretendidamente políticos». La moción fue apoyada por el PNV y el PSE, las otras fuerzas presentes en el consistorio.
Las citadas fuentes subrayan que la orden de ETA de reactivar la «kale borroka» y reorganizar sus estructuras en el País Vasco y Navarra se ha puesto en marcha inmediatamente y con una radicalización que no se recordaba hace muchos años. En concreto, se refieren a lo que parece un intento de emboscada contra la Ertzaintza que se habría producido días pasados y que, de haberse consumado, podría haber causado graves quemaduras a los agentes o, incluso, la muerte. «El Correo» publicaba en su edición de ayer que la Policía Autónoma investiga el asunto, que se produjo en la localidad de Legazpia en la madrugada del pasado día 21. La trampa contra los agentes –la acción más grave que se produce desde que ETA anunció el cese definitivo de la violencia hace 18 meses– se frustró en el último momento, justo cuando llegó un vehículo del Cuerpo que había sido alertado de que había un contenedor en llamas en las inmediaciones de un instituto del pueblo. Los cuatro sospechosos, que iban encapuchados, abortaron el ataque y huyeron, dejando tras de sí cuatro cócteles molotov y decenas de piedras de gran tamaño.
Al parecer, el plan consistía en incendiar un contenedor, cosa que hicieron los proetarras, con el fin de que acudieran al lugar unidades de la Ertzaintza. Al llegar, utilizarían las piedras para intentar romper los cristales de los vehículos oficiales y lanzar a su interior los cócteles molotov en llamas. Las consecuencias para los agentes se pueden imaginar.
El atentado quedó frustrado al entrar el coche policial por una dirección no prevista por los terroristas, que, ante el temor de haber sido descubiertos, optaron por huir. Las cámaras de seguridad ubicadas en las inmediaciones del centro educativo han resultado fundamentales para poder llegar a la conclusión de que era una emboscada.