EL CORREO 09/02/14
· Los Ejecutivos central y vasco, junto a los partidos, exigen «hechos» a la banda, que se limita a anunciar próximas «aportaciones» sin hablar del desarme.
Dos años y tres meses después del cese definitivo de la violencia, ETA parece estar preparando el terreno para anunciar el inicio de su desarme aunque ni siquiera lo menciona aún. El paso del tiempo y la estrategia de firmeza inamovible del Gobierno de Mariano Rajoy están contribuyendo a derribar otras barreras en el discurso de la banda, como, por ejemplo, su insistencia en negociar lo que denomina ‘consecuencias del conflicto’ –esencialmente, la situación de sus presos– directamente con instancias estatales. Lo más novedoso del comunicado que ETA hizo público ayer en el diario ‘Gara’, en el que una vez más aplaza sin fecha concreta cualquier decisión sobre su desmilitarización –la banda ni se plantea disolverse, tal y como ya publicó este periódico hace dos semanas–, es la defensa que la organización terrorista hace de una hipotética ‘vía vasca’ para solucionar «el conflicto».
ETA reconoce que ante la «cerrazón» y el «inmovilismo» de los Gobiernos español y francés, es el momento de buscar soluciones en Euskadi, aunque evita concretar en qué consistiría ese proceso y elude también identificarlo con la propuesta concreta que, por primera vez, lanzó a la arena pública el presidente del PNV, Andoni Ortuzar, en junio pasado. Entonces, el líder del EBB deslizó en un desayuno informativo la posibilidad de que ETA escenificara su desarme con un gesto «simbólico» ante las instituciones vascas. El Gobierno autonómico se sumó después a esta tesis, que poco a poco había ido cayendo en el olvido, emplazó a ETA y a la izquierda abertzale a hacerla suya e incluso alentó las especulaciones sobre una entrega de armas ante los símbolos del autogobierno que debería haberse producido, según se barajaba entonces, durante el otoño. Pero la izquierda abertzale se apresuró a desmentir esa posibilidad y la esperada escenificación del desmantelamiento de los arsenales o la simple entrega de algún zulo con armas nunca llegó.
Y sigue sin llegar.
ETA se limita a anunciar en su comunicado que hará «aportaciones significativas sin tardar» para «alimentar el proceso» y, aunque en ningún momento da a entender que esos próximos pasos pasen por una entrega de armamento, lo cierto es que todas las conjeturas apuntan en esa dirección. Máxime cuando se espera, además, que la comisión internacional de verificación (GIC) presidida por Ram Mannikalingam regrese a Euskadi en las próximas semanas, algo previsto desde finales del año pasado. El desembarco de los verificadores sólo tendría como objeto certificar la autenticidad del desarme.
La curiosa fórmula de anunciar próximos anuncios y colocar de nuevo la pelota en el tejado de terceros –«¿para cuándo el desarme de los Estados español y francés?», se pregunta la cúpula de ETA, crítica con las medidas penitenciarias de «excepción» y las «ofensivas represivas»– fue recibida con desdén por los Gobiernos central y vasco y por los partidos excepto EH Bildu. Todos ellos coincidieron en exigir «hechos» a la banda y en pedirle que concrete nuevos pasos que cristalicen o bien en su desarme –caso del Gobierno vasco y el PNV– o en su «disolución definitiva», la exigencia del Gabinete de Mariano Rajoy, del PP y del PSE.
«ETA conoce su propia realidad y sabe lo que tiene que hacer. La sociedad vasca y el Gobierno vasco esperan un compromiso inmediato de desarme», subrayó el Ejecutivo de Vitoria, que ya había hecho llegar la misma petición a Sortu en la ‘hoja de ruta’ que el lehendakari y su secretario de Paz y Convivencia, Jonan Fernández, entregaron en secreto a Sortu en octubre ante el «bloqueo» del proceso que, a su juicio, alimentaba el Ministerio del Interior. De los compromisos que entonces reclamaba el Ejecutivo autónomo a la izquierda abertzale y a ETA, sólo se ha cumplido el que pasaba por exigir a los presos que acepten las vías legales de reinserción, que la banda menciona como un estímulo positivo para poner en marcha esa ‘vía vasca’. El desarme, para el que el lehendakari ha dado públicamente un plazo que expira en julio, y la declaración diáfana de autocrítica que también se les pedía a cambio de reactivar la ponencia de paz del Parlamento aún no han llegado. ETA se limita, en esta ocasión, a anunciar que se pondrá «en contacto» con la comisión promovida por el foro social, integrada, entre otros, por la jueza Garbiñe Biurrun y el magistrado francés Henri Duhalt.
Meter cuña
Eso sí, los habituales reproches de ETA al PNV de anteriores comunicados se transmutan esta vez en una oferta de colaboración para cimentar esa difusa ‘vía vasca’ y en una apelación directa al lehendakari Urkullu para que tome la iniciativa apenas cuatro días después de su reunión sin luz ni taquígrafos en La Moncloa con Mariano Rajoy. La banda muestra así su intención de meter cuña entre el jefe del Ejecutivo vasco y un presidente del Gobierno dispuesto a liderar de la mano del PNV y el PSE la gestión de la paz definitiva con tal de evitar una alianza del conjunto del nacionalismo. Pero la estrategia de ETA y la izquierda abertzale pasa justamente por alentarla y poner a Urkullu y a los jeltzales en el brete de decidirse por uno u otro camino. «Más que ir a escuchar el ‘no’ de España es hora de concretar una acción para poner el ‘sí’ de Euskal Herria en el centro», dice la banda al lehendakari, cuyo entorno insiste en que tanto ETA como la antigua Batasuna abertzale tienen aún un camino por recorrer y deben hacerlo «solos» y de manera unilateral y sin condiciones.
La organización terrorista sigue dando claras muestras de no renunciar a su protagonismo y voluntad de tutela del nuevo escenario. De hecho, insiste en su disposición a participar en un amplio proceso de «diálogo» en «todo el territorio vasco» que implique a instituciones, partidos, sindicatos, agentes sociales y ciudadanía y a defender después el hipotético pacto alcanzado en Euskadi «con una sola voz y con firmeza» para lograr una «paz estable y duradera». Los argumentos que ETA utiliza para defender la viabilidad de esa «agenda vasca» tampoco son inocentes. La banda cita la multitudinaria manifestación del pasado 11 de enero, convocada al alimón por el PNV y Sortu ante la prohibición judicial de una convocatoria anterior, como un «punto de inflexión» y un «paso de gran compromiso político» que «dibuja» el camino por el que, dicen, hay que seguir avanzando.
EL CORREO 09/02/14